
Fórmulas para ser uno más
Jesús y Genaro son un ejemplo de que la discapacidad no es una barrera para formarse o trabajar en una empresa
Actualizado: GuardarEl grado de discapacidad no limita la vida. El esfuerzo personal y las habilidades adquiridas con trabajo son las mejores armas para la integración social y laboral. Son fórmulas optimistas que dan buenos resultados. Genaro es un ejemplo de ello. Tiene 28 años y trabaja como reponedor en el centro comercial de Carrefour de San Fernando. Tras un curso de preparación se hizo con un contrato «cerca de casa tal como está la cosa», se felicita.
Para este joven el apoyo familiar ha sido fundamental. El entorno que le rodea, ligado al Carnaval, a la Semana Santa y al Cádiz C. F., ha adquirido habilidades poco a poco, con la ayuda de un mediador sociolaboral. Desde hace varios años está integrado en la red Equa, que imparte cursos formativos y ofrece apoyo a los discapacitados intelectuales desde el Colegio Público Carmen Jiménez de la capital.
Genaro quiere conseguir un trabajo fijo, independizarse y ya imagina proyectos de una vida en común un una novia de la que no quiere adelantar detalles. «Llevamos poco y hay que ir con ciudado», cuenta. De momento vive con sus padres, pero ya ha probado la experiencia de dormir fuera de casa en un programa de la asociación de residencias mediadas en el que compartió piso con estudiantes de la Universidad, tupper incluido.
La iniciativa recibió el premio Mapfre y ya está en marcha una nueva edición para este año. José Manuel Rodríguez, uno de los mediadores de Equa, recalca que muchos jóvenes llegan a la asociación tras recibir un informe negativo para la inserción laboral y salen con un contrato. «La valoración que se realiza en una consulta no dura más de diez minutos y no hay que quedarse sólo con eso». El orientador aconseja sacar a la discapacidad del exceso de protección de la casa y hacerla visible y aceptada.
«El entorno familiar es muy importante y se tiene en cuenta para que los usuarios adquieran el mayor grado de autonomía personal». En ésas está también Jesús, de 22 años, que realiza ahora un curso de administrativo con el apoyo de un mediador. Tiene vocación de locutor de radio, una experiencia que deja para más adelante «cuando salga la oportunidad».
Relaciones personales
Jesús se acostumbra al estudio, cuenta que le cuesta. «Cuando se es joven los libros aburren», pero mantiene el pulso para formarse. «Estamos igual de preparados que cualquier otra persona, pero necesitamos más apoyos de los empresarios para acceder a un empleo».
En las relaciones personales Genaro se muestra más desenvuelto, los años y un carácter extrovertido lo ayudan. Para Jesús aún cuesta. Teme el rechazo y considera que «la sociedad no los acepta del todo». Sus amigos también tienen discapacidad y quiere vencer esa barrera. En un tiempo se plantea participar en el programa de pisos mediados de Equa, pero aún tiene que adquirir habilidades. Otro reto más al que ponerle ganas.
emartos@lavozdigital.es