Harta del porno machista
Nacida en Estocolmo y afincada en Barcelona, Erika Lust es una de las pocas mujeres que dirige cine porno, al que quiere llevar «otra ética y otra estética» para alejarlo de los prejuicios y clichés machistas y convertirlo en «un estimulante sexual sano y positivo». «Estoy harta de esa visión de que una mujer que ve porno es mala y de ese cine X hecho por personajes y empresas con las que no comparto casi ningún valor. Soy una mujer joven, madre y empresaria, y quiero ver películas eróticas que tengan que ver con mi mundo y con mi realidad, no con mafiosos y prostitutas».
Actualizado:Éstas son algunas de las razones por las que ha decidido dedicarse al porno para mujeres, mundo que ahora alumbra a través de un libro, «una guía femenina para entender y aprender a disfrutar del cine X». En él anuncia que «ha llegado el momento» de que el mundo porno deje de ser «un coto privado» masculino donde los deseos y fantasías femeninas quedan excluidas.
Porno para mujeres es el libro que Lust ha escrito al comprobar, a través de sus filmes, el interés que el tema suscitaba en personas que, como ella, se sentían insatisfechas por el tipo de cintas que dominan el mercado.
Nacida en 1977, estudió Ciencias Políticas para trabajar «ayudando al mundo» en alguna organización internacional. «En la universidad me encontré con el feminismo, en la época en la que mi sexualidad se estaba desarrollando. Vi cine porno y descubrí que mi cuerpo reaccionaba de una forma y mi mente de otra, porque aquello no se correspondía con mis valores; la mujer era tratada como un objeto, siempre dispuesta a satisfacer a un hombre que es una máquina de sexo».
En 2004 llegó a Barcelona para trabajar en el Fórum Universal de las Culturas y se quedó para profundizar en otra de sus pasiones, el cine. Trabajó en productoras audiovisuales y estudió dirección, mientras «la idea de hacer otro porno» crecía en su cabeza.
El año pasado lanzó Barcelona Sex Project, documental erótico en el que cuenta la historia de seis personajes, tres hombres y tres mujeres, que acaban sus capítulos con una escena de masturbación. Ella cree que mientras el porno para hombres «trata de penetración y mamadas» sin necesidad de contextos, el hecho por y para mujeres «trata más sobre intimidad y relaciones, busca algo más humano y realista», sin que por ello convierta en realidad ese chiste de que a las mujeres les gusta que los protagonistas de una porno se casen al final.