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EJÉRCITO. Michelle baila con el sargento Guillen mientras Obama lo hace con la sargento Herrera. / AFP
MUNDO

Noche de gala para la historia

Washington se peleó por asistir a la decena de fiestas a la que Obama y su esposa acudieron

MERCEDES GALLEGO
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Al anochecer, los gorros de lana se transformaron en pajaritas y las botas de borreguitos en finos zapatos de tacón. No había nada más codiciado en Washington que un taxi, excepto entradas para las diez fiestas de gala por las que pasó la pareja presidencial. La maratón de los Obama después de un día tan intenso empezó a las 20.30 horas en el Baile Inaugural del Barrio. Con 3.500 invitados, esta gala era la más íntima de las seis que se celebraban en el Centro de Convenciones y también la más barata: 25 dólares (casi 20 euros), aunque no era cuestión de dinero, sino de conseguir la entrada. Por deseo expreso del nuevo presidente, más de mil se distribuyeron gratuitamente entre sus nuevos vecinos de Washington, mientras que otras tantas se repartieron por invitación, y menos de un tercio salieron a la venta.

Los afortunados se codearon con actores como Danzel Washington y vieron las actuaciones de will.I.am, el rapero Jay-Z, Mariah Carey, Alicia Keys, Shakira, Stevie Wonder, Sting y Queen Latifah. Pero ninguno era la estrella de la fiesta. Los asistentes les hubieran sacrificado a todos en un abrir y cerrar de ojos sólo por ver el primer baile de los Obama, amenizado por la voz de Beyoncé, que les cantó una canción que Michelle tarareaba en voz baja: 'At last' (Al fin). Una marea de manos alzadas con cámaras en la mano congelaba el momento para la posteridad.

Barack agarró a su esposa por la cintura con una mirada de adoración, y la invitó a bailar. «¿No tengo una mujer preciosa?», preguntó sacándole los colores. Y por supuesto, el público aprobó con un grito de admiración. Ella aceptaba sonriente los besos que él le plantaba en la mejilla, pero protestaba cada vez que le pisaba el vestido.

Mejor al baloncesto

Para entonces la prensa ya había llegado a una conclusión: el nuevo presidente se mueve mejor en la cancha de baloncesto que en la pista de baile. No es que le faltaran novias. A lo largo de la noche Michelle cedió su pareja a algunas mujeres tan emocionadas con la oportunidad, que en el caso de la sargento Margaret Herrera se transformaron en lágrimas nerviosas. Ella se reía desde lejos, mientras bailaba con el sargento de marines Elidio Guillen, en esta gala del Comandante en Jefe que rinde homenaje a las Fuerzas Armadas y cumplía esa noche doscientos años de tradición.

Eran horas de espera en tacones de aguja y vestidos de seda hasta los tobillos para ver desde lejos a la nueva pareja presidencial sobre el escenario durante apenas unos minutos. Obama les dedicó a todos unas palabras de agradecimiento, a veces apresuradas, con ganas obvias de acabar la jornada, y a menudo una frase para espolearlos: «Esta noche celebramos, pero mañana hay que trabajar».

El estilo solemne de esos discursos se transformó en una charla a corazón abierto que los invitados de entre 18 y 35 años que acudieron al Baile Inaugural de la Juventud corearon con el tradicional 'Yes we can'. «Hace tiempo que estaba deseando estar en esta fiesta», les confesó, «porque cuando miras la historia de esta campaña, que empezó como un viaje improbable, cuando nadie nos daba la menor oportunidad, fueron los jóvenes de todo el país los que la inspiraron, la sacaron adelante y les dieron fuerza a todo lo largo y ancho de EE UU». A esas alturas brotaban las lágrimas entre el público que se abrazaba de emoción, conmovido al recibir al fin el reconocimiento a tantos voluntarios que desde el anonimato habían hecho posible ese día histórico.

«No os imagináis cuánta gente ha venido a mí y a Michelle a decirnos: Sabes yo no lo veía claro, pero mi hija no paró hasta que me convenció». Y otros que decían: «Yo era incrédula, pero ver a mi hijo tan entusiasmado, tocando a las puertas de los vecinos y trabajando de voluntario me hizo pensar que aquí había algo. Esta generación inspiró a las anteriores. Así es como ocurre el cambio en América».