PAN Y CIRCO

Contención emocional

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Javi Gracia ha esperado que el equipo ganara un partido para expresar su opinión sobre aquella reacción malhumorada que tuvo parte de la afición tras la derrota del equipo amarillo ante el Roquetas. Aunque no caeremos en la tentación de establecer odiosas comparaciones entre Javi Gracia y Víctor Espárrago -aquel hombre cabal y recto-, ya que cada uno tiene una biografía diferente y unas formas distintas de trabajar, hemos de reconocer que en sus relaciones con la prensa los dos manifiestan notables analogías: los dos demuestran una amplia capacidad para no inmutarse en situaciones de presión y de agitación emocional. En términos coloquiales, diríamos que cuentan con suficiente sangre fría para mantener el tipo y, a veces, nos dan la impresión de que ambos poseen una contención y un temple innatos, propios de un robot. En nuestra opinión, esta cualidad es importante -imprescindible- para desarrollar con éxito la azarosa tarea de entrenador de fútbol, una de esas profesiones que exigen un elevado equilibrio psicológico, debido a las permanentes presiones psicológica y sociológica que han de soportar. Todos sabemos que han de rendir cuentas ante los dirigentes -quienes valoran, sobre todo, los resultados económicos-; han satisfacer a los aficionados -cuyas expectativas suelen ser desmesuradas-, y si todo esto fuera poco, también deben contentar a la crítica periodística. La eficacia de la labor técnica y estratégica de Javi Gracia gana en quilates gracias, precisamente, a la mesura de sus declaraciones y, más concretamente, a su exquisita habilidad para esperar el momento adecuado en el que expresar sus opiniones: a su acierto a la hora de administrar la información que en cada momento nos transmite. Javi habla con sus trabajos bien hechos y, cuando emplea las palabras, éstas le sirven para dar cuenta de lo que ha hecho y para explicar las razones de sus, siempre, arriesgadas actuaciones.