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Obama aplaude a su rival McCain durante una cena de gala en la madrugada del lunes. / EFE
MUNDO

Cien horas para iniciar el gran cambio

Obama esbozará las líneas maestras en los primeros instantes de un ejecutivo bipartidista

J. P. NÓBREGA
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Minutos después de que Barack Obama jurara ayer como nuevo presidente de Estados Unidos, unos 20 altos cargos de su Administración, con sus respectivos maletines de trabajo, subieron a varios microbuses aparcados frente al Capitolio y se trasladaron a sus oficinas en el complejo de la Casa Blanca. El rápido desembarco, planeado por el equipo de transición durante estos dos últimos meses, forma parte del enérgico plan de acción que el líder demócrata quiere imprimir a sus primeras 100 horas de gobierno.

Este miércoles, en su día 1 en el Despacho Oval, el líder afroamericano dará prioridad a la economía y a la política exterior. Además aprobará una cascada de decretos presidenciales que podría incluir una declaración ordenando el cierre del centro de detención militar en Guantánamo.

Será una jornada en la que el protagonismo lo tendrá más su equipo de asesores -los Rahm Emanuel, Larry Summers y el general James Jones- que los integrantes del Gobierno, cuya entrada en escena estará marcada por las decisiones que emanen de estas primeras sesiones de trabajo en la Casa Blanca.

La gran incógnita a partir del 'día 2', de mañana, es comprobar el grado de sintonía que establecen el núcleo duro de los consejeros presidenciales con algunos miembros destacados del Gobierno, sobre todo con Hillary Clinton, antigua rival en las primarias demócratas y la persona con más carisma del gabinete aparte de Obama. Ambos chocaron durante la campaña en casi todo, incluida su concepción de la política exterior.

Además, la ex primera dama estadounidense es el máximo exponente de un Gobierno en el que abundan los representantes clintonianos, ex altos cargos de la etapa de su marido Bill Clinton colocados por el primer presidente negro al frente de algunos de los puestos de responsabilidad más destacados.

La abundancia de hombres y mujeres del ex dirigente demócrata, tanto entre los asesores de la Casa Blanca como en el Gobierno, no ha sido vista con agrado por una parte importante de los votantes del político nacido en Honolulú, que ven peligrar el alcance de las promesas de cambio hechas durante la campaña. En cualquier caso, Obama se ha inclinado por personas de experiencia probada más allá incluso de las filas demócratas, como la confirmación en su cargo del secretario de Defensa de Bush, Robert Gates. Se trata de un republicano moderado que encaja a la perfección en la estrategia del nuevo presidente de liderar un ejecutivo que implique a los conservadores.

En la escena internacional, la crisis de Oriente Próximo va ser el primer gran test para la nueva administración tras el prolongado y contradictorio silencio durante el periodo de transición. Y va servir sobre todo para observar si el tándem Obama-Clinton escenifica su sintonía y pone sobre la mesa un plan más persuasivo que el de George W. Bush para encauzar el conflicto palestino-israelí. Según el asesor principal del afroamericano, David Axelrod, en este tema «veremos actuar al presidente muy pronto». En su reciente comparecencia en el Senado para obtener la confirmación como futura secretaria de Estado, Hillary, tradicionalmente más cercana a Israel, se comprometió a redoblar los esfuerzos diplomáticos para lograr la paz duradera en la zona.

La continuidad de Gates al frente del Departamento de Defensa va a facilitar los cambios de estrategia en las dos guerras que Estados Unidos libra en el exterior, un tema que discutirá hoy mismo el equipo de seguridad nacional. Al político republicano se le atribuye el mérito de haber contenido la violencia en Irak además de ser un defensor destacado de la progresiva reducción de tropas norteamericanas en territorio iraquí para reforzar la presencia militar en Afganistán.

La crisis, el gran reto

Guerras aparte, ningún reto más complicado para el nuevo Gobierno que la grave recesión económica. Y por si los indicadores no venían lo suficientemente complicados, lo menos que se esperaba Obama es que a la persona elegida para dirigir el Departamento del Tesoro, el reputadísimo ex responsable del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, Timothy Geithner, le descubrieran a última hora serias irregularidades fiscales que podrían condicionar su elección definitiva.