Prever y predecir
Comencemos por hacer una distinción entre los conceptos de predicción y de previsión. El primero significa anticipar un resultado en el que no vamos a incidir o tomar parte en modo alguno; piénsese a manera de analogía en el ámbito meteorológico. Cuando hablamos de previsión, estamos intentado igualmente predecir el futuro, aunque con la notable diferencia de que en él vamos a ejercer nuestra influencia y capacidad de maniobra. Por tanto, cuando en Economía se alude a las previsiones para un ejercicio, tratamos de conocer cómo concluirá el mismo teniendo en cuenta nuestra actuación con el diseño de una política económica concreta. Si esto es así, sólo tiene sentido plantear unas previsiones a comienzo del año correspondiente y emprender la complicada tarea de poner los medios disponibles a fin de alcanzar los objetivos que se contienen en dichas previsiones. Sin embargo y de manera sistemática, este y todos los gobiernos han estado modificando los resultado previsibles, llegando en algunos casos a variar las cifras incluso en diciembre para 'predecir' cómo iba a terminar el año en curso. Resulta un despropósito pretender acertar lo que debió ser un único ejercicio al inicio del proceso, procediendo a rectificar las cifras a medida que los hechos se van desviando de lo previsto y deseable. Esto no supone otra cosa que engañarse a sí mismo y confundir a los demás. Por consiguiente, vaya por delante mi desacuerdo con esta práctica espuria y rechazable, que no es sino el reflejo de una mala utilización de los indicadores y de una incapacidad para situarlos y valorarlos debidamente en el tiempo.
Actualizado: GuardarDicho lo anterior, las nuevas previsiones que ha presentado el comisario Almunia no añaden ningún elemento significativo para cambiar nuestro estado de ánimo sobre la dificilísima situación que atravesamos. Dicho de otra manera, no debe aumentar nuestra preocupación porque donde Solbes dijo que la caída del PIB este año será del 1,6% ahora haya que poner un 2%; o si en vez de padecer un paro del 15,9% éste pueda resultar superior, sin perder de vista que en 1985 tuvimos un desempleo del 25% y en 1993, del 24,3%. Con este baile de cifras, a cual más negativo, seamos rigurosos y no olvidemos el fenómeno de las 'expectativas autorealizables', que ha influido en ocasiones similares de forma muy perniciosa. Porque querer es poder, y a buen entendedor...