Decenas de familias de la Sierra preparan su viaje a Huelva para recoger la fresa
Gaditanos desplazados aseguran que la crisis no aumentará el número de jornaleros españoles debido al cobro del desempleo durante esta temporada
Actualizado: GuardarDecenas de familias de la comarca serrana comienzan a preparar sus bártulos para emprender un nuevo viaje a Huelva. A primeros de febrero comienza la recogida de la fresa. Este camino, que pareció concluido hace 16 años, en 1993, cuando la prosperidad económica hizo que el éxodo de desplazados parara, ha vuelto a retomarse en tiempos de crisis.
No obstante, en la comarca hay familias que han seguido manteniendo la costumbre de esta emigración para seguir saliendo adelante. Éste es el caso de la familia Castro Berlanga, vecinos de Espera, que desde 1991 acuden a la temporada de la fresa, tanto a la recogida como a la planta. Este año volverán en febrero y regresarán en septiembre a los campos de Huelva para la plantación de las fresas.
Esto supone que Juan y Mari Carmen, los padres de familia, estarán nueve meses trabajando fuera de su casa, acompañados por una hija, dejando atrás a su hija pequeña, para evitarle el cambio de colegio, y a otra que ya está independizada de ellos. Además, el padre de familia volverá en junio a Ávila, a los viveros de la planta de la fresa, para «seguir ganándome la vida sin parar», apunta. En el único periodo que no le ocupa la fresa, este mes de enero, Juan acude a diario a Coria del Río a recoger aceitunas. Hasta allí se desplaza cada mañana partiendo de Espera a las seis de la mañana y volviendo a las ocho de la tarde, para ganar un jornal de 40 euros. Una vida casi nómada que «hace que mi familia salga adelante».
La madre de familia, María del Carmen, entiende que «todo el esfuerzo que hacemos merecerá la pena si conseguimos que nuestras hijas tengan una vida mejora que la nuestra». Ellos aseguran que la vida que llevan es «fruto de la necesidad de trabajar y conseguir lo que aquí no tenemos» aunque «ya nos gustaría a nosotros no tener que desplazarnos», aseveró Juan.
La crisis económica cambiará la tendencia de los últimos años en que la mayoría de los temporeros eran extranjeros procedentes de Rumanía, Marruecos, Mali, Bulgaria, etc. María del Carmen explicó que «el año pasado, de las 40 personas que estábamos en nuestra finca sólo ocho éramos de España».
Trabajo duro
No obstante, los desplazados tienen la sensación de que este año no se volverá a las cifras de los 90, a pesar de los cupos que el Gobierno quiere establecer para que la mitad de los contratados sean españoles, porque «el trabajo en la fresa de Huelva es algo muy duro y los que se han quedado parados en la construcción están esperando a agotar las prestaciones sociales mientras buscan algo parecido a lo que tenían», entiende Juan Castro. «Para el año próximo sí que se espera un desplazamiento mayor de españoles», apuntó.
El trabajo es duro y complicado ya que la espalda, en particular, y todo el cuerpo, en general, se resienten tras una labor agrícola compleja. A eso hay que unir que el sueldo diario, para seis horas y media de trabajo, se sitúa en torno a los 34,70 euros. «Si te quieres ir sólo a trabajar en la fresa puedes pasar hasta hambre», apuntó Juan, porque «hoy en día es complicado vivir con menos de 35 euros diarios», añadiendo que «nosotros nos vamos tres, mi mujer, mi hija y yo, y así nos sale algo más rentable, ya que para marchar tenemos que levantar toda nuestra casa y llevárnosla allí». Ésa es otra de las características de estos desplazamientos, los extranjeros reciben casa y todos los preparativos que éstas necesitan pero los nacionales «tenemos que llevarnos todas nuestras cosas».
A pesar de las circunstancias reseñadas, los trabajadores nacionales reconocen que a los emigrantes les ponen mucho más complicadas las condiciones laborales. Juan y María José destacan que muchos de sus compañeros extranjeros «trabajan de sol a sol, algunos de ellos incluso sin papeles, y están siempre amenazándolos con mandarlos a su país como no lo hagan bien».
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