70.000 euros para construir un hogar
El matrimonio Obama quiere modificar las estancias privadas de la Casa Blanca para crear un ambiente más familiar El Congreso limita el gasto para obras
Actualizado:Desde que en 1800 Abigail Adams, la primera dama que inauguró la Casa Blanca, instaló un tenderete para secar su colada en la Sala del Oriente, todas las esposas de los presidentes estadounidenses han tratado de construir un hogar en el símbolo más emblemático de la nación, mezcla de palacio, museo, sede administrativa y fortaleza. Y de esa tendencia tampoco escapará Michelle Obama, que dice aspirar a ser más recordada como primera mamá que como primera dama.
La esposa del nuevo inquilino del Despacho Oval trata para ello de repetir en el número 1.600 de la Avenida Pensilvania el ambiente que había creado en su casa de Chicago para educar a sus pequeñas Malía y Sasha. Las habitaciones públicas son intocables, pero el Congreso le concede una partida de 70.000 euros para adecuar las privadas al estilo familiar. Tapicerías, alfombras y cortinas de los Bush serán las primeras víctimas de la reforma inmediata. Barack Obama, apasionado del ejercicio físico, ha ordenado construir una pista de baloncesto que ampliará la infraestructura deportiva que ya constituían la pista de tenis, la piscina abierta por Gerald Ford y climatizada por Jimmy Carter, el trazado asfaltado de cuatrocientos metros utilizado por Bill Clinton para hacer footing o el gimnasio del tercer piso donde Bush hijo hacía sus pinitos con las mancuernas y las espalderas.
Estilo Jackie
Pero no quedará ahí, porque la esposa del primer presidente negro se enorgullece de que se le compare ya con Jacqueline Kennedy, y fue la esposa de JFK la que introdujo por primera vez la palabra glamour a la Casa Blanca y con ella el estilo francés pero en dimensiones 'made in USA'. Constituyó el punto de inflexión en la historia de la sede del gobierno americano. Con el asesoramiento de un comité, los jardines fueron engrandecidos y modificados, los muebles de serie se sustituyeron por antigüedades y los retratos por obras de arte que recorrían todos los períodos de la pintura de la joven nación. La restauración dio lugar a un edifico lujoso, de aspecto noble y pseudomonárquico.
Desde Jackie ninguna primera dama ha querido ser menos y todas han apostado por engrandecer la dosis de elegancia y lujo de su residencia temporal. Todo hasta que llegó George W. Bush y su esposa Laura. La única aportación que parece que dejará a la posteridad el matrimonio de Texas es la barbacoa en la que asaban la carne en verano.