Mamá, yo quiero saber de dónde son los pestiños
Actualizado:De nuevo, Cádiz es La Habana con más pestiños: «Mamá, yo quiero saber, de dónde son los cantantes», proclama una vieja guaracha cubana, mientras que el todo Cádiz del que solía hablar la prensa de antaño se preguntaba ayer de dónde son los pestiños. ¿Tan malamente está la ciudad que ni siquiera es capaz de ser competitiva en la fabricación de pestiños?
La Peña de los Dedócratas, organizadora de la tradicional Pestiñada Popular que se celebró anoche en la Plaza de San Francisco de la capital gaditana, ha tenido que traerse de Utrera las gaditanísimas tortas de Nochebuena. Por primera vez en veinte años, Sevilla nos gana la carrera de Indias y se lleva de Cádiz la Casa de la Contratación de los Pestiños. Claro que no hay que pedirle heroísmos inútiles a la entidad organizadora de esta fiesta popular. Su presidente, Martín Periñán Molino, ha sido especialmente exquisito al explicar que «se trata de una cuestión de costes»: «Los presupuestos están muy ajustados. Entre la pequeña ayuda que damos a las agrupaciones que participan, la barra que instalamos y sobre todo los pestiños, que son el grueso del presupuesto, la subvención se nos va. Entonces todo va subiendo y a través de un mayorista pues hemos pedido los pestiños a Utrera», explicó.
«Desgraciadamente –añadió– el mejor precio no estaba ya no sólo en Cádiz capital, sino que no lo encontramos ni en toda la provincia, y como la crisis y los ajustes también nos ha llegado, pues hemos tenido que decantarnos por esa opción». En rigor, la peña Los Dedócratas dejó de encargar la fabricación de los pestiños a la empresa gaditana Don Pan, que los había preparado durante los últimos años y optó por el presupuesto que le brindó otra firma de la capital, Franjosé, que decidió deslocalizar su elaboración a la citada localidad sevillana. Como cunda el ejemplo, Vittorio & Luccino podrían terminar desplazando a Pepi Mayo en el corte y confección de los disfraces y tipos carnavalescos.
¿Tan difícil sería organizar una UTE para que al menos los pestiños carnavalescos dieran empleo a los temporeros de los obradores de Cádiz? Ahora que los trabajadores de Delphi van a recibir cursillos por internet, lo mismo cabría ampliar su abanico de conocimientos al sector de los dulces. Ya me veo al Grupo Gastronómico Gaditano, brindándoles un master de urgencia para esa faceta de la repostería, enormemente especializada: «Unos pocos que se ponen a amasar una harina con su sal, su copita de Machaquito y su toque de naranja agria, sobre la que se deja correr su dosis generosa de aceite de oliva con su refrito de la matalauva y un buen fino chiclanero a partes iguales,... y una masa que va cogiendo forma con recuerdos de una infancia tan lejana y tan cerca a la vez... y a dejarla reposar, que el arroz con pollo, conejo y costillas está en su punto... su café, su orujo y la dulce modorra de la festiva siesta... hasta que retumba la voz del ¡Oído cocina! Y venga picha, a estirar y a estirar –con las manos escamondaítas y su rodillo de panadero– formando pequeñas figuras, que el aceite humeante espera para dorarlas y convertirlas en nuestros pestiños, o como en Cádiz se ha llamado siempre nuestras «tortas de Nochebuena», que una vez bañadas en ese inseparable miel de nuestra sierra, pasan a ser un manjar incomparable».
Con tanto ajuste de presupuesto, las agrupaciones carnavalescas deben estar echando cuentas a ver si les resultaba más apañado el jornal, dietas a parte, del tenor del coro del teatro de La Maestranza que el del contralto de la comparsa de moda. Ese eterno Cádiz de funcionarios, de hidalgos venidos a menos, de sordos de Astilleros y de postulantes de las cesantías entre conservadores y moderados, ha empezado realmente a notar esta última crisis con el asunto de los pestiños. Hasta entonces, como durante los últimos treinta años no ha habido demasiado curro, nadie echaba en falta un empleo, salvo los derrotistas de siempre, esos desertores del SAE que se han najado a Castellón. Pero lo de los pestiños ha sido un claro síntoma: ríase usted del cierre de la tabacalera. Y veremos a ver qué pasa hoy con la ostionada y con la erizada: la autoridad competente anduvo por ahí durante los últimos días poniendo multas de tres mil euros por coger erizos sin estar federados. Así que lo mismo hoy las chirigotas actúan mientras el personal devora chuletitas de Espinete.
Para colmo, este año, hasta nos ha fallado el cuerpo diplomático: la embajada del carnaval gaditano en Madrid ha tenido menos lustre que el viaje oficial de Moratinos a Oriente Próximo. Tampoco hay que ponerse estupendos y echarle la culpa de todo a Ismael Beiro: el gran hermano de La Viña hizo lo que pudo, pero en vez de traerse a un grupo de teatro cubano, tendría que haber fichado a un santero, a ver si nos quita de encima el sangangui que arrastramos desde finales del siglo XVIII. En aquel entonces, el oro de las Indias lo catábamos aquí pero los genóveses terminaban llevándoselo a una cuenta corriente en Suiza. Ríete tú de los pestiños sevillanos.