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Aires de grandeza
Los pilotos de Iberia y los controladores aéreos son dos de los colectivos mejor pagados de España. Sus conflictos laborales hunden la imagen de la aeronáutica
Actualizado: GuardarHemorroides. Las malditas almorranas son la enfermedad profesional de los pilotos. Se entiende: tantas horas sentados, tanta tensión... Y entre los controladores aéreos hace estragos el estrés. Tal vez semejantes dolencias expliquen ese estado de cabreo que parece haberse apoderado en las últimas semanas de esos dos colectivos, capaces de colapsar Barajas durante diciembre, de chafarles el puente y las Navidades a miles de ciudadanos y de colocar en la picota a la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez.
El 9 de enero, Iberia presentó una demanda contra la sección sindical del Sepla en la compañía (mayoritaria entre sus pilotos) por los daños que «la huelga de celo» le causó en diciembre y que, asegura, «ascienden a más de 13 millones de euros» y abrió expedientes informativos a 41 pilotos tras tener que cancelar casi 500 vuelos.
De fondo, aparece la negociación del convenio colectivo, en el caso de los pilotos, y el mantenimiento de unos niveles salariales y de unas condiciones laborales (en el caso de los controladores) que lo convierten en uno de los trabajos mejor remunerados del país. Los controladores -2.336, según la mayoritaria Unión Sindical de Controladores Aéreos (Usca)- cobrarían entre 80.000 y 800.000 euros al año con horas extras (a saco, se entiende). La ausencia de 7 de los 23 controladores que trabajan en el centro de control de Torrejón de Ardoz convirtió el aeropuerto de Barajas en un caos. Aena asegura que el 75% de sus costes en navegación aérea se destina a pagar a los controladores. En los últimos ocho años, asegura, el capítulo de nóminas de los controladores se ha triplicado.
Esta semana, el presidente de los controladores de la Usca, Juan María García Gil, decía que forma parte del «único colectivo capaz de derrocar a un Gobierno». Algo de cierto debe haber cuando un puñado de controladores es capaz de abrir los informativos de todo el país y de hacer la puñeta a miles de ciudadanos. «Estamos muy bien pagados, pero, la verdad, no conozco a ningún controlador que gane 800.000 euros al año. Yo ando más cerca de los 80.000 que de otra cosa», asegura un profesional.
El calendario laboral de cualquier controlador señala que el 33% del horario de su trabajo es «tiempo de descanso». A lo que todos ellos están acostumbrados es a echar un montón de horas extra a cuenta de los retrasos cada vez más comunes en los vuelos. Y cada hora sale por un pico (secreto por más señas).
Los pilotos de Iberia -1.800, según la compañía- forman parte también de uno de los colectivos mejor remunerados de España. Su media salarial, apuntan desde Iberia, está en torno a los 150.000 euros brutos al año. Un segundo de reciente incorporación cobra unos 100.000 euros al año mientras que un comandante veterano puede superar los 220.000 euros. «El objetivo de cualquier chico que sale de una escuela de vuelo es volar. Si encima vas a Iberia, es como un sueño: no vas a pegar un palo y vivirás como dios», dice un piloto de una compañía 'low cost'.
Pasajeros en el limbo
Lo cierto es que la imagen de los pilotos de líneas aéreas está muy dañada y que, a mejorarla, no ayudan nada esas fotos de pasajeros perdidos en el limbo de la T-4 o intentando dormir hechos un ocho en bancos de formas imposibles.
Bien es verdad que la firma de convenios en Iberia ha sido algo parecido a la toma de Troya y que los sueldos se han usado como arma arrojadiza por parte de la dirección. Han pasado los tiempos en los que a los comandantes de Iberia les hacían los trajes a medida en la sastrería de El Corte Inglés. Pero aquella imagen de un delegado del Sepla entrando a negociar el convenio a media tarde con un Lancero de Cohibas en la mano (18,15 euros) sigue todavía viva. «Los grandes damnificados por esta situación son los accionistas de Iberia. Yo lo soy -dice el director de operaciones de otra compañía aérea- y la actitud de los pilotos no ayuda a proteger el valor de la acción. Algo falla».
Según este experto, los pilotos de Iberia muestran «un intenso desapego hacia la empresa. Las críticas más aceradas que he escuchado sobre Iberia se las he oído a sus empleados. Algo pasa cuando reniegas tanto de tu sangre», apunta. «No hay información real sobre sus sueldos. Es materia clasificada, algo que no ocurre fuera de España, donde esa información se proporciona a los accionistas», agrega.
La falta de comunicación entre los distintos estamentos de la compañía, la pervivencia de sagas (Iberia, antigua empresa del INI, acoge en su seno a familias completas; ser hijo de comandante era el camino más fácil para pilotar un reactor), la ausencia de liderazgo y la inexistencia de confianza empresarial abocarían a la compañía aérea a un conflicto permanente. La aviación ha perdido gran parte de su glamour, coinciden todos los consultados. ¿Pero los Ferraris que los comandantes aparcan en Barajas ayudan a mitigar las almorranas?