TIRO. Rubén Garabaya ensaya el lanzamiento. / EFE
BALONMANO CAMPEONATO DEL MUNDO

España supera de forma holgada a Kuwait y hoy espera darse otro paseo ante Cuba

Ni el partido de ayer ante Kuwait (47-17), ni el de este domingo contra Cuba (16.30, La 2) deben servir para sacar conclusiones sobre el futuro de la selección española en este Mundial. Lo único positivo de estos encuentros ante rivales sin ninguna entidad y sin categoría para estar en un Mundial es pasarlos sin lesiones y sin que los jugadores reservados para las grandes batallas se desgasten en exceso. La victoria se da por hecha.

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Al primero que no le cegó la luminosidad del abultado resultado fue al propio Valero Rivera. «Sólo en la segunda parte hemos podido entrenar algunas cosas. La primera ha sido muy mala. Esa es la verdad». Y no le faltó razón. A los 15 minutos tuvo que pedir un tiempo muerto en el que cambió a sus seis jugadores de campo porque no le gustaba nada lo que estaba viendo en la pista, pese a que en ese momento ganaba España por 8-5. La regañina causó efecto y los nuevos consiguieron un parcial de 5-0 en 10 minutos (13-5), por lo que se abrió la primera brecha en el marcador. Pero no era suficiente.

En el descanso (18-9) llegó la segunda bronca y nuevo parcial de 6-0 (24-9), que ya acabó con toda resistencia kuwaití. Claro que éstos pusieron mucho de su parte en el despegue español de esta segunda mitad al sustituir a su portero Husain por Alkhalidi. El primero no es que hiciera mucho (cinco paradas de 37 tiros). Pero el segundo aún hizo menos (ninguna de 15).

Extremos efectivos

La selección española lo tuvo muy fácil para golear. Kuwait se suicidó en la pista con su defensa en 5-1, excesivamente abierta en el interior. No le sirvió para cortar la circulación del balón en el ataque español, dio mucha facilidad en el lanzamiento exterior y además dejó una inusitada libertad de circulación por la línea continua a los pivotes y, sobre todo, a los extremos. Fueron éstos quienes de verdad hicieron añicos la zaga asiática, en especial Rocas y Juanín.