Un nuevo golpe

Tan pronto se conoce la resolución de la Junta de incluir el Edificio de la Aduana en el Registro Andaluz de Arquitectura Contemporánea, lo que de momento le salva de la demolición, el delegado de Gobernación y la delegada de Cultura se apresuran en manifestar que la decisión es puramente técnica sin que se haya visto influenciada por criterios políticos. Tal vez sea así y uno puede creérselo pero tanta prisa para subrayar el carácter técnico de la medida nos recuerda aquello de excusatio non petita accusatio manifiesta. En cualquier caso, el asunto tiene una indudable vertiente política .Y lo tiene desde el mismo instante en que el Foro surgido para la defensa de la Aduana consigue nada menos que cerca de tres mil firmas en apoyo de sus tesis. Tres mil firmas significan tres mil votos que se pueden inclinar en una dirección u otra.Tres mil votos potenciales, más los de los simpatizantes, que probablemente han puesto nerviosos a los dirigentes locales y provinciales de los dos grandes partidos. De ahí que el gobierno local mantenga desde hace tiempo una actitud discreta, casi silente, sobre la cuestión y que la Junta haya incurrido en una flagrante contradicción que le hace volver contra sus propios actos. Por un lado aprueba el proyecto de la plaza de Sevilla que implica el derribo del edificio pero por otro lo evita. Donde dije digo ahora digo Diego. Sin pretenderlo y por obra y gracia de tantas indecisiones, la patata caliente de la Aduana que empezaba a quemar las manos del gobierno municipal pasa a las del gobierno andaluz. La verdad es que el Ayuntamiento debería estar eternamente agradecido a la Junta porque, nunca mejor dicho, le ha sacado las castañas del fuego. Sin embargo, no todo debe quedar aquí, el gobierno local que ha impulsado y además aprobado el proyecto de la plaza de Sevilla está obligado, por coherencia política, a recurrir la decisión de la Consejería de Cultura. De no hacerlo perderá buena parte de su credibilidad ante los gaditanos.