Cerrofruto continúa sin ver el final del túnel de la infravivienda (1)
Los pisos del bloque 13 de esta humilde barriada de la zona sur presentan numerosas deficiencias El desplome de un techo en la tercera planta ha vuelto a levantar la voz de alarma entre sus vecinos
Actualizado: GuardarLa barriada de Cerrofruto vive con preocupación e indignación la problemática de sus viviendas, muy deterioradas por el paso de los años y la falta de reformas necesarias para disfrutar de una habitabilidad acorde con el siglo XXI. El desplome del techo de una vecina, situada en el bloque 13, ha desatado nuevamente la alarma de sus habitantes, visiblemente preocupados por su integridad, y por ello aportan testimonios clarificadores sobre las deficiencias que padecen estos inmuebles de la zona sur de Jerez.
Las estructuras de estos edificios presentan numerosos desperfectos, visibles principalmente en sus fachadas -donde aparecen grandes manchas de humedad y grietas de enorme tamaño-, pero también existen otros problemas ocultos a la vista sus inquilinos, y que paradójicamente se convierten en mucho más peligrosos cuando salen a la luz. Según afirman buena parte de los residentes, los techos están compuestos de un ladrillo llamado resillón, de poco grosor -con apenas unos centímetros- que debe soportar el peso de la vivienda superior, sin la presencia de una viga.
Aunque tiene apuntalado el cuarto de baño, Isabel Liaño, de 76 años, y su marido continúan habitando el piso A de la tercera planta de un edificio, que como los otros diecinueve, no dispone ascensor. «Avisé al vecino de arriba de que había goteras en el techo pero hace unos días se vino abajo y me cayó un montón de agua en la casa», apunta la principal afectada por el último percance con aparente tranquilidad. Isabel asegura que le duelen las piernas y por ello tiene dificultades para salir a la calle, aunque relata que todas las mañanas inicia su particular via crucis.
«No me muevo de aquí»
Pese a todo, ella es una de las personas que refleja el sentir de muchos vecinos de la zona, la mayoría de avanzada edad, que se muestran algo reticentes a ser realojados en viviendas de otras barriadas alejadas. «No me quiero ir a otra zona. Llevo viviendo aquí, en ese barrio, 37 años, y se que hay pisos bajos cercanos que están libres ahí enfrente. Mientras tanto, prefiero seguir aquí», comenta la mujer, que aguanta con dignidad la crítica situación de no contar con un cuarto de baño en óptimas condiciones, mientras está acompañada de su marido e hija.
Justo debajo de Isabel vive Juan López y su familia. Asegura que siente una enorme preocupación tras los hechos sucedidos en los pisos situados justo encima. Su posición en este asunto es diametralmente diferente a la de su vecina de arriba, porque él dice que estaría dispuesto a ser realojado en otro inmueble. Pese a todo, no ha parado de hacer reclamaciones a los servicios municipales sobre el deterioro que presenta el bloque 13. En este sentido aseguró, con documentos acreditativos en la mano, que «he presentado numerosas notificaciones en Emuvijesa para alertar de esta situación pero hasta ahora no he recibido respuesta». Lleva un año reclamando soluciones a este problema, sin obtener respuesta, aunque que está dispuesto a marcharse a otra parte porque «aquí no me puedo quedar en estas condiciones que tenemos porque es algo infrahumano. Yo no me niego a pagar una mensualidad de 200 o 250 euros, porque gracias a Dios puedo. La única solución que me dan es que solicite una vivienda y esperar como a tener suerte como al que le toca la lotería».
Una ilusión destrozada
El techo del cuarto de baño de Isabel corresponde con el suelo David, que también dio parte en Emuvijesa sobre los problemas de goteras que estaba sufriendo, tanto en su domicilio como en el de la vecina de abajo. Asegura que ante la falta de respuesta municipal, se vio obligado a tomar medidas por su propia cuenta para acondicionar el inmueble. Incluso el suceso pudo costar algo más que daños materiales, ya que su padre estuvo a punto de caer al tercer piso, mientras le ayudaba a intentar arreglar el suelo cuarto de baño. «Mi padre se iba para abajo cuando ocurrió todo. El desplome del techo hizo que se moviera toda la casa. Rápidamente tuvimos que apuntalarlo todo pero si se quitan las tablas creo que el piso se viene abajo», aseguró el principal afectado, que se ha visto obligado a abandonar la casa, junto a su mujer, Cristina, embarazada de ocho meses, y el primogénito de la familia, de apenas un año.
Ambos llegaron a la barriada hace tres años y medio para comenzar con ilusión una nueva etapa de sus vidas, la que iniciaron en común. David asegura que tramitaron toda la documentación necesaria para adquirirla en propiedad, pero los problemas que han surgido minan bastante su moral y se muestra indignado porque el percance podría haberse evitado si se hubieran tomado las medidas oportunas desde la Delegación de Vivienda e Infraestructura. Precisamente, una técnico municipal inspeccionó ayer los numerosos desperfectos que sufre todo el edificio, acompañado en todo momento por uno de los más afectados. Mientras tanto, Cristina y David se han visto obligados a regresar a casa de sus padres, al menos provisionalmente, mientras la situación no mejore. Ella, lógicamente, afirma que al estar a sólo un mes de dar a luz, no puede permitirse vivir en una casa con desperfectos de este calibre. «Nos dimos un susto enorme cuando mi suegro se hundía hacia el piso de abajo. Tenía una pierna colgando cuando pudieron rescatarlo los bomberos», manifestó mientras intentaba entretener al menor de la familia cuando hablaba para La Voz.
De hecho, Cristina también es favorable a un posible realojamiento porque, tras el desplome del suelo de su cuarto de baño, han comenzado a aparecer otros problemas como grietas de varios centímetros. «Así no podemos seguir. Me daría igual irme a otro sitio porque lo que queremos es poder utilizar el aseo y ducharme como todo el mundo. Aquí no vivo tranquila», aseguró contrariada por las circunstancias.
Ambos manejaban la alternativa de trasladarse a la promoción de pisos nuevos anunciada por el Ayuntamiento para los residentes de estos bloques de viviendas desde hace algún tiempo. Ella señaló que tanto Pedro Pacheco como Pilar Sánchez prometieron la construcción del nuevo Cerrofruto, pero de momento siguen esperando a que comiencen las obras.
Abajo, a pie de calle, los vecinos se agrupan y comentan los problemas de sus viviendas. Incluso, sobre la promoción esperada, algunos aseguran que pusieron los carteles para callarles la boca.
Humedades en el bajo
Pero no sólo las viviendas superiores padecen problemas estructurales ocasionados por la humedad. También ocurre en los inmuebles de la planta baja. En uno de ellos habita un joven discapacitado al que los vecinos escuchan gritar que se está ahogando, ya que el agua alcanza una altura considerable en su casa cuando llueve.
Pero el caso del bloque 13 de Cerrofruto no es una excepción. Los vecinos de los diecinueve inmuebles restantes invitan a pasar a sus hogares para mostrar las numerosas deficiencias que padecen.
Son los testimonios de unos jerezanos que aún no tienen a su alcance las comodidades de una ciudad moderna y desarrollada.
jaguilar@lavozdigital.es