editorial

Ajustes con dudas

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El Banco Central Europeo acordó ayer recortar los tipos de interés en otro medio punto, dejándolos en el 2%, y sugirió que no habrá nuevas rebajas hasta marzo. Si la primera decisión resultaba predecible, dado que la fuerte desaceleración de las economías europeas y la contención de la inflación aconsejaban abaratar el precio del dinero para tratar de reactivar el consumo y la actividad, el aplazamiento de nuevas disminuciones acredita que la institución presidida por Jean-Claude Trichet está dispuesta a guardar una cierta ortodoxia en sus actuaciones, aun cuando haya optado por reacomodar la política monetaria a las necesidades crecientes de la crisis. El hecho de que la inflación en la eurozona se haya situado por debajo del 2% que constituye el horizonte de estabilidad ha hecho desaparecer desde hace tiempo el riesgo de incremento en los precios en el que Trichet venía justificando su renuencia a bajar los tipos, pese a la acelerada contracción económica. Pero el hecho de que el lógico recorte decidido ayer se haya visto acompañado de la advertencia de que no habrá más rebajas al menos en dos meses y de que no conviene descuidar los graves riesgos que conllevaría la deflación ratifica la voluntad del BCE de seguir administrando los márgenes de que dispone de manera mucho más cautelosa que la Reserva Federal estadounidense, que ha colocado los tipos de interés entre el 0 y el 0,25%. El peligro que supone para EE UU haber extremado este instrumento hasta un punto en que ya no podrá modularlo si la recesión se agudiza no implica, sin embargo, que el Banco Central Europeo esté acertando con su gestión más pausada. Especialmente cuando las temidas tensiones creadas por una inflación al alza se han relajado a causa, precisamente, de la aguda ralentización de la actividad a la que esa estrategia de prudencia ha contribuido.

El recorte en los tipos y el descenso registrado por los precios constituyen un indudable alivio para las familias españolas acuciadas por su endeudamiento y el enfriamiento del mercado laboral. El ministro Corbacho se mostró ayer partidario de introducir en los próximos meses una reforma legislativa en los Expedientes de Regulación de Empleo a fin de evitar que empresas sin pérdidas prejubilen a trabajadores de menos de 50 años. Resulta del todo razonable que el Gobierno se plantee limitar una posibilidad legal que está favoreciendo la contraproducente e injusta identificación de la experiencia profesional como una suerte de lastre prescindible para las empresas en dificultades, incongruente con los intentos de los poderes públicos de estimular el alargamiento de la vida activa para asegurar las pensiones. Pero la eventual modificación normativa no sólo apunta a la necesidad de operar en paralelo un cambio más profundo en la cultura laboral y empresarial. La disposición a impulsarla también contradice la convicción del Ejecutivo de que el mercado del trabajo comenzará a recuperarse en primavera.