El ojo del mundo
Ahora puedes ver de muy cerca el rostro de Felipe IV y Mariana de Austria observando a las meninas en el espejo en el que Velázquez los reflejó. Con pincelada tan certera que se aprecia el brillo del vidrio. Está en Internet gracias al Museo del Prado y a Google Earth, la aplicación que permite ver en 3D a gran resolución la imagen del mundo. La vista pensada para contemplar la orografía de la Tierra o recorrer calles con las imágenes de Street View se mete bajo techo para captar con su ojo infinito 14 obras maestras de la pinacoteca española.
Actualizado:Google atraviesa otra frontera. El ojo que todo lo ve ya no está sólo en la superficie de la realidad ni en la profundidad de los contenidos y enlaces del ciberespacio. Cuando cada vez quedan menos páginas de Internet que indexar, Google avanza en la digitalización de las obras maestras de la cultura predigital. El gran hermano que pone lo digital a un clic avanza más allá de toda barrera de medio y soporte. Con Google Books ha digitalizado más libros que todas las bibliotecas, con sus mapas no hay lugar donde perderse y con el propio Earth empezó viendo la Tierra desde los satélites para luego llegar hasta cualquier accidente del terreno, callejones de las ciudades y ahora uno de los grandes museos.
«La misión de Google es organizar la información mundial para que resulte universalmente accesible y útil», rezan sus principios corporativos. Nada detiene sus objetivos. Tiene ambición, dinero y recursos tecnológicos para lograrlo. Por eso cada día es más cierto que googlear es un verbo (como ya ocurre en Estados Unidos) y que sólo la máxima transparencia y una privacidad voluntariamente compartida en el ciberespacio permiten a particulares, instituciones o empresas hacerse visibles y sacar el máximo beneficio del entorno digital. Del uso de la mirada depende que el ojo de Google sea aquel del que se lamentaba Lautréamont porque queriendo ver todo descubrió al diablo o el cantado por Baudelaire: «Tus ojos saben hundirse en los abismos/Léeme para aprender a amarme».