Propaganda oportuna
Asus 51 años, Osama bin Laden, fundador y líder ideológico-estratégico de la organización Al-Qaeda, ha vuelto a demostrar que es un maestro de la propaganda y la oportunidad. Amparándose en los mil muertos palestinos en Gaza tras casi tres semanas de enfrentamiento con Israel, el hombre más buscado por Estados Unidos desde hace siete años y medio ha aprovechado para mostrar que sigue vivo, y que su particular guerra contra la superpotencia -como líder del mundo judeo-cristiano, el liberal-capitalismo, la democracia y los valores occidentales- está tan sólo en sus primeras fases.
Actualizado: GuardarSin renunciar ni al terrorismo ni al martirio (ataques suicidas), ha actualizado su mensaje, centrándose en llamar a los casi 1.400 millones de musulmanes a una subversión de proporciones globales. Beneficiándose de la crisis económica mundial, exhorta a los más desfavorecidos a levantarse contra la tiranía e injusticia de los gobiernos corruptos, apóstatas y vendidos a Occidente. A expulsar a los gobiernos impasibles ante las manifestaciones de miles de sus ciudadanos en contra de Israel, aglutinando hábilmente aspectos religiosos con otros sociales. Intenta, además, recaudar fondos para sus arcas mermadas por la eficacia de los servicios de Inteligencia, a pesar de lo sofisticado de su sistema de financiación. Y procurarse recluta para sus filas, diezmadas por las acciones contraterroristas.
Bin Laden, el mayor fracaso de la Administración Bush y posiblemente oculto en la frontera paquistaní-afgana, sigue ofreciendo una guerra global de desgaste acorde con la mentalidad oriental, donde prima la paciencia infinita. Lo hace con la pretensión de lograr sus objetivos a muy largo plazo, sabedor de que este tipo de enfrentamiento es el único que puede conseguir socavar la voluntad de combate de Estados Unidos. El saudí Osama, por cuya cabeza se ofrecen 50 millones de dólares, ha sido capaz de condicionar la política de la Administración Bush e intentará lo posible por complicar la vida de Barack Obama, limitándole sus opciones en Irak y Afganistán.
Sin embargo, este nuevo mensaje puede favorecer más a Israel que soliviantar al complejo y dividido mundo musulmán. Cualquier reacción islamista tan sólo ofrecerá justificaciones al Gobierno de Tel Aviv para continuar con sus acciones en territorio palestino.