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Hamás, empujada a la tregua
División entre los dirigentes islamistas, mientras que Israel desea una «calma duradera» que suponga el final de los ataques desde Gaza
Actualizado: GuardarDiecinueve días y mil muertos después de que Israel lanzara sobre Gaza su peor ofensiva en décadas, anoche pareció vislumbrarse, por primera vez, la esperanza de un posible fin del conflicto vía la aceptación de una tregua por parte de Hamás que, no obstante, se diluía en medio de las matizaciones al cierre de esta edición. Los contradictorios pronunciamientos de sus dirigentes al respecto sugerían que no hay una posición única en el grupo palestino sobre cómo avanzar hacia la calma, y sí una división ente quienes apuestan por frenar antes del definitivo agotamiento y un sector radical que habría decidido resistir como sea.
Diversas fuentes del movimiento islamista, entre ellas la de su portavoz en Siria, Ali Barake, habían dado por hecho que la organización había admitido la iniciativa propuesta por Egipto, el pasado día 4, para poner fin a las hostilidades. Esto daría pie a un principio de acuerdo con Israel, extensivo a un año, que incluiría la conformidad de Hamás para el despliegue de una fuerza internacional de observadores en Gaza, llamada a supervisar en adelante cualquier pacto de calma bajo la garantía de Turquía.
Al tiempo, otras voces, como la del dirigente de Hamás en Líbano, Osama Hamdan, detenía la euforia al asegurar que las diferencias sobre ese plan todavía impedían asumir el documento egipcio, que, en resumen, plantea acabar de inmediato con la violencia en la Franja y emprender el diálogo para un alto el fuego duradero una vez abiertas las fronteras.
La palabra definitiva sobre los resultados de las conversaciones seguidas desde el pasado fin de semana en El Cairo por una delegación de Hamás para valorar los puntos de esa propuesta la daba uno de sus miembros, Salah al-Bardawil, que valoraba anoche como «positiva» la mediación, las ideas y los esfuerzos egipcios. Pero reiteraba que los islamistas no renunciarán a sus condiciones para un alto el fuego: el fin de la agresión israelí en Gaza, el levantamiento del bloqueo y la apertura de los pasos fronterizos, así como la «rehabilitación de la Franja y la compensación a sus residentes».
«No vamos a aceptar nada que no incluya eso», afirmaba el portavoz, rebajando todas las expectativas surgidas durante el día en torno a una posible flexibilización de las posiciones de Hamás. En esta contienda, insistió, su grupo «nunca ha sido el agresor. ¿Qué podemos hacer si nos están matando y perpetrando masacres contra nosotros?», se preguntó.
Derecho a opinar
Al-Bardawil sugirió que Hamás habría aceptado en términos generales el plan egipcio aunque a la espera de clarificaciones en muchas de sus cláusulas. «Esa propuesta incluye muchas frases, y cada parte tiene derecho a plantear sus opiniones e interpretación de ellas -subrayaba-. El problema plateado son las diferencias acerca de cómo manejar con el enemigo sionista las cláusulas de esta iniciativa».
El enredo de los portavoces y dirigentes del movimiento islamista en sus distintas percepciones de lo hablado en El Cairo se sucedía ante la continuidad de los combates -que ayer se cobraron otras cincuenta vidas palestinas- y el escepticismo de Israel.
«No aceptaremos una situación en que Hamás tenga un período de calma para rearmarse, queremos una calma duradera que suponga la total ausencia de fuego hostil desde Gaza y un mecanismo que prevenga ese rearme», dijo Mark Regev, portavoz del primer ministro Ehud Olmert. Con todo, Israel mandaba ayer de vuelta a Egipto a su negociador especial, Amos Gilad.
Dentro del llamado triunvirato que dirige la guerra, es conocida ya la fractura entre el jefe del Gobierno israelí, partidario junto con el Ejército de continuar la ofensiva hasta desintegrar la infraestructura de Hamás, y de sus ministros de Defensa y Exteriores, Ehud Barak y Tzipi Livni. Ambos dirigentes comparten la conveniencia de terminar ya, antes de que la imagen de Israel pueda erosionarse más en el ámbito de la comunidad internacional y las bajas entre los soldados judíos pongan a la opinión pública en contra de esta operación.