NEGOCIOS. La calle De La Plaza es una de las de más actividad comercial de toda la localidad. / J. M. A.
Chiclana

Los comerciantes desconfían del plan de peatonalización del centro urbano

El Ayuntamiento confirma su intención de limitar el tráfico a partir del otoño

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Uno de los colectivos directamente implicados en cualquier decisión sobre la peatonalización que pueda tomarse desde el Ayuntamiento en los próximos meses son los comerciantes de algunas de las calles que se pretende cerrar al tráfico. Las intenciones municipales para acometer este cierre total al tráfico rodado en viales como La Plaza, Arroyuelo o García Gutiérrez, que adelantó ayer LA VOZ, no han sido demasiado bien acogidas por los propietarios de establecimientos comerciales en estas zonas, que ven con recelo la posibilidad de «quedarnos aislados cuando aquí no puedan llegar los coches».

Manolo Gómez, responsable de un conocido establecimiento de ropa en plena calle de La Plaza, confirma estos temores: «Claro que estaría bien que aquí hubiera una calle Sierpes como la de Sevilla, pero debemos ser conscientes de lo que tenemos».

A juicio de este comerciante, uno de los más antiguos del centro de Chiclana, «está muy bien que se peatonalice el centro, pero siempre que haya peatones, es decir, que la gente pueda venir con facilidad, que haya aparcamientos y que los clientes lo tengan sencillo para llegar», asegura.

Ésta es precisamente una de las mayores preocupaciones del Consistorio, que insiste en que el estacionamiento estará asegurado por los aparcamientos subterráneos de los Juzgados, Las Albinas, la Plaza Mayor y la Gran Plaza, así como por las bolsas de estacionamiento de La Longuera y la barriada de El Carmen.

Otra de las comerciantes más antiguas de la zona, con más de 25 años de experiencia en la calle de La Plaza, es María José Barrios, de Frutos Secos San Telmo. Ella considera que «si se quitan los coches de esta calle la gente que vive en el extrarradio y que baja al centro a diario dejará de hacerlo y se irá a otras donde sí pueda aparcar y llegar con el coche».

Esta opinión es generalizada entre los comerciantes, que temen fundamentalmente que la modificación de las costumbres de sus clientes suponga una merma en sus ventas; pero que sin embargo ven con buenos ojos la posibilidad de que las terrazas y las zonas peatonales puedan ampliarse.

Precisamente, desde el Ayuntamiento se confirmó ayer que los planes son esperar a que las obras de saneamiento e infraestructuras pendientes en calles como Iro o Concepción se ejecuten para proceder a cerrar el tráfico rodado.

Las previsiones son que el próximo otoño pueda comenzar a concretarse una peatonalización que tiene pendiente conocer también la opinión de otros colectivos afectados. Es el caso por ejemplo de los taxistas, que en principio no ven con malos ojos el cierre siempre y cuando la parada que ocupan en estos momentos en La Plaza no sufra modificaciones importantes.

Otro de los elementos a tener en cuenta son los residentes. Hace unos años se creó una asociación vecinal, que en estos momentos permanece inactiva. Desde el Ayuntamiento se insiste en que se «consensuará cualquier decisión con los vecinos», como aseguró ayer la edil encargada del asunto, Ángeles Polanco. De momento no se está decidido si el cierre de las calles tendrá un horario determinado, si habrá pilonas retráctiles o cuántas tarjetas de residente se darán para acceder y salir de los garajes.