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La UE quiere apagar las teles de plasma

Bruselas prepara una normativa para regular el consumo energético de los electrodomésticos

Carlos Zahumenszky
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Hasta ahora, tener un televisor de plasma en casa era una cuestión de lujo y confort pero, en cosa de unos meses, estas grandes pantallas podrían convertirse en sinónimo de derroche y poca conciencia ecológica. En tiempos de crisis, el ahorro energético se ha convertido en el eslogan favorito de los Gobiernos de la Unión Europea. Tanto es así que el Ejecutivo de Bruselas trabaja ya en el borrador de una normativa específica que delimitará los niveles máximos de consumo energético para dispositivos electrónicos domésticos. Según informa el rotativo británico ‘Daily Mail’, la normativa podría entrar en vigor la primavera de este año y obligará a los fabricantes a reducir drásticamente el gasto de electricidad de los dispositivos que fabrican. La medida forma parte de la estrategia de Bruselas de evitar el calentamiento global reduciendo el consumo energético en los hogares.

De hacerse efectiva, la nueva normativa podría suponer el fin de los televisores de plasma, cuyo consumo energético se sitúa cuatro veces por encima del de los modelos que utilizan tecnología LCD. Los equipos de plasma también emiten cuatro veces más CO2 a la atmosfera que los antiguos receptores de tubo convencionales. Según un estudio hecho público en junio por la Asociación de Consumidores Australianos (www.choice.com), dejar un televisor de plasma estándar encendido las 24 horas del día supondría un gasto medio anual de 148 euros en energía eléctrica. Los dotados con tecnología LCD son bastante más ecológicos. Sólo consumirían 27 euros de media si se dejaran encendidos todo el año. De momento, lo único que se sabe de la iniciativa propuesta por Bruselas es que contempla de forma específica los grandes equipos de imagen que tenemos en el salón.

Los televisores de plasma no son los únicos que podrían resultar afectados por la medida planteada por la UE. Existen casos incluso más serios, como el de la consola Playstation 3, cuyo consumo energético, según el estudio de Choice, equivale al de cinco frigoríficos, provocando un gasto medio anual de 160 euros. La consola Xbox de Microsoft se sitúa en los 120 euros de consumo eléctrico medio al año, mientras que la Wii de Nintendo apenas gastaría 15 euros si se dejara encendida las 24 horas del día durante 365 días.

Los ordenadores de sobremesa son otro de los dispositivos que más consumen, con una media de 83 euros anuales, y eso sin contar el gasto del monitor. Apple se desmarca de esta tendencia, ya que sus equipos de sobremesa sólo consumirían 51 euros si se dejaran siempre encendidos. Los portátiles, por su parte, sólo generan un gasto eléctrico medio de 18 euros.

La alternativa OLED

La normativa de Bruselas no supone, evidentemente, la prohibición del uso de estos dispositivos en los hogares en los que ya están instalados, sino su adecuación futura a unos estándares de eficiencia energética, lo que implicaría la prohibición de comercializar los televisores más antiguos, que son también los más derrochadores. En el mercado, de hecho, ya existen modelos de televisores de plasma de diversas marcas con la etiqueta ‘eco-friendly’, que reducen notablemente el consumo eléctrico. No obstante, la normativa podría hacer que muchos fabricantes decidan abandonar la fabricación de televisores de plasma por el aumento de costes –y de precio final– que supondría hacerlos ecológicamente eficientes.

El ahorro energético no es el único escollo al que se enfrentan los televisores de plasma. Los fabricantes ya están comercializando los primeros modelos de una tecnología llmada OLED (Organic Light Emiting Diode). Estos receptores utilizan emisores de luz orgánicos, por lo que no necesitan retroiluminación como los plasma y LCD actuales y su consumo energético es mucho más bajo. Además, la tecnología OLED permite construir equipos mucho más livianos y finos que los actuales, con pantallas que llegan tan sólo a los tres milímetros de espesor. En cuanto a calidad de imagen, OLED asegura un mejor brillo y contraste manteniendo la resolución de los dispositivos actuales. En el lado negativo, estos televisores del futuro utilizan componentes mucho más complicados de reciclar.

La tecnología OLED no sólo tiene su aplicación en el terreno de los grandes televisores de salón. Su ligereza y bajo consumo energético la hacen ideal para integrarse en dispositivos ambulantes como reproductores de vídeo, consolas de bolsillo u ordenadores portátiles. Su uso conseguiría ampliar notablemente la duración de las baterías de estos equipos y evitar su desgaste y posterior reciclado. OLED es también la clave de las futuras aplicaciones en libros y papel electrónicos, ya que las pantallas construidas con este tecnología son flexibles y pueden incluso doblarse hasta cierto punto.