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Israel busca el desgaste de los milicianos en su avance a Gaza

El Ejército estrecha el cerco sobre la Ciudad para llegar hasta los dirigentes del movimiento radical

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La de ayer, día número dieciocho de la ofensiva israelí en Gaza, fue una de las jornadas de bombas y más espectaculares explosiones en la Franja que se recuerdan. La lucha se centró desde la madrugada en los alrededores de la capital de Gaza, en los suburbios, donde el Ejercito israelí se dedicó a presionar con incursiones rápidas y muy duras para lograr el desgaste de los milicianos palestinos y lograr el avance de sus tropas hacia el corazón urbano de la gran ciudad.

En él, en un búnker excavado en los bajos del hospital de Shifa, Israel insiste en que se oculta la cúpula suprema de Hamás, y en el entramado callejero, numerosas células armadas que están entre los objetivos de la operación.

Pero no está siendo fácil. «Estamos estrechando el cerco a la Ciudad de Gaza» y las fuerzas terrestres «están constantemente moviéndose» para no convertirse en blanco fácil para los combatientes de Hamás, precisaba el general Eyal Eisenberg, comandante de la operación «Plomo sólido».

Según el Ejército, hasta 30 «terroristas» cayeron ayer víctimas del fuego, un cómputo negado por las milicias, que a su vez difundían la tarde del martes el rumor de haber abatido «varios soldados» judíos gracias al suicidio de un armado fiel a Al Fatah, que habría conseguido aproximarse a una unidad enemiga disfrazado con un uniforme militar israelí.

La información sobre las bajas fue, también, «categóricamente» negada por Israel, aunque el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Gabi Ashkenazi, confirmó al Comité de Seguridad del Parlamento que esa táctica sucia está siendo utilizada para «intentar penetrar nuestras líneas y detonar explosivos junto a nuestras tropas». La cruenta batalla, apoyada desde el aire por los cazas y helicópteros, y la presión hacia el núcleo de Gaza es terrible, según testigos. Las cifras oficiales hebreas confirmaban ayer que se han abatido a fuego ya 2.300 objetivos, y las palestinas que los muertos suman 952.

El miedo ha multiplicado los desplazamientos de la población en busca de espacios seguros. Se calcula que 80.000 personas han abandonado sus casas, y ayer hasta 28.000 de estos civiles palestinos se escondían en los 36 refugios de emergencia habilitados por la ONU, especialmente escuelas. «Imploramos que cese el fuego. Que sea formal, informal, nos da lo mismo, pero rogamos que pare. La población está atrapada. Siguen las muertes, las heridas y la destrucción», suplicaba ayer el jefe de la Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas, John Ging, ante la imposibilidad de facilitar comida, mantas o colchones a la multitud.

El recrudecimiento de los combates y el agravamiento de la situación humanitaria eran las malas noticias que ayer recibían en su gira por la región al secretario general de la ONU, Ban Ki Moon.

El alto representante internacional aterrizaba en Egipto con intención de hacer acabar a Israel y Hamás la resolución 1860 aprobada el pasado jueves para poner fin a la violencia: «Es un mensaje simple, directo y va al grano. Paren los combates. A las dos partes les digo, paren ya».

En su periplo, Ki-Moon viajará a Amán, Turquía, Líbano, Siria y Kuwait Ramala, Tel Aviv y Jerusalén, donde ayer la atmósfera diplomática que rodea esta guerra se enrarecía a cuenta de unas desafortunadas declaraciones del primer ministro judío, Ehud Olmert.