Esperando a Madoff
Cada tragedia tiene su villano, y en esta crisis económica los ojos de la ira se han clavado sobre Bernard Madoff, icono social y televisivo de la codicia en los tiempos de la nueva Gran Depresión.
Actualizado: GuardarEl vendaval del dinero ha sacado en cueros al más listillo de los operadores del mercado, al que vemos avanzando hacia la cámara sin mediar palabra con la prensa. El culebrón Maddof no ha hecho más que empezar, escondido en el secreto del negocio familiar, con su hermano, sus hijos, sus sobrinos como staff. ¿Cómplices o imposibles de juzgar? Sigue con la saga de los afectados: los pequeños que sí se dejan rodar por las cámaras y los grandes que se agazapan tras la mesa del mejor abogado de la ciudad. CNBC, cadena económica y global, va haciendo sus exposés sobre el caso, con historias de afectados que pensaban en una dorada jubilación en Florida y tienen que volver a buscar un trabajo, o vender la casa, o esperar la caridad de sus hijos para sobrellevar el sopetón de esta lotería con números rojos.
La misma cadena cuenta la historia de la pirámide de Pozzi, o la del joven estudiante turco de la New York University que embarcó a otro montón de inversores, gracias a un bonito nombre de empresa, cuentas camufladas y hasta donaciones para aparentar más. Es el mejor filón para la televisión, para el culebrón de una época de avariciosos que han tocado fondo, desatando miedos, intrigas y hasta suicidios. Ningún medio como la televisión para estas confrontaciones de embaucadores y embaucados con la cámara.
¿Dónde están los inversores hispanos, sus bancos y sus abogados confesándose en nuestro cuarto de estar?. Carne de cañón para un gran hermano con la legión de afectados, trufado con el desarrollo dramático de un Esperando a Godot. Tan absurdo y tan surrealista como la obra de Beckett, a la espera de que nuestro Madoff/Godot tenga algo que contarnos para deshacer el ovillo de engaños. El temor del espectador es que al final sus palabras se queden en nada o en más de lo mismo, hasta el próximo episodio del desaprensivo que timó a los ricos.