vuelta de hoja

Moratinos en Gaza

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Así, de pronto, suena como 'Tintín en el Tibet', pero nuestro ministro de Asuntos Exteriores está dispuesto a gestionar decisivamente la paz entre israelitas y palestinos. El papel de mediador siempre es noble y además tiene algo de actitud quijotesca, aunque don Miguel Ángel evoque más la figura de Sancho.

Ya se dio una vuelta por Oriente Próximo hace unos años, y dado su excelente carácter dejó allí algunos amigos, en el supuesto de que la amistad, que se define como efecto puro y desinteresado, sea compatible con la diplomacia.

Al que esperaban por esas zonas cercanas al conflicto era al presidente español, pero parece que fue disuadido por los israelitas. Ya no estaba el horno para bollos cuando se proyectó la excursión y ahora se ha endurecido más el juego, después de algunas declaraciones y algunas manifestaciones. Está claro que el sentir popular se ha inclinado por la parte más doliente, lo que dice mucho en su favor. Es moralmente obligatorio sentir piedad por los que están siendo triturados de manera metódica. No pueden inspirar simpatía los que bombardean escuelas y templos, a pesar de la torpe tenacidad de los terroristas de Hamas en enviar cohetes de artesanía. Lo más grave de todo, como dice Mario Vargas Llosa, es que estos embalses de sangre sólo van a servir para regar el consentimiento del futuro. Los que se salven, entre el millón y medio de palestinos atrapados en la ratonera de la Franja de Gaza, sólo pensarán en vengarse.

Cuando vuelva Moratinos, si es que ya se ha arreglado lo de Barajas, nos contará, con la falta de sinceridad que exige su oficio, que lo de allí no tiene arreglo. Sólo fue a echar una mano, pero conseguir la paz no es mano de santo. Quedan muchos muertos.