2009 y Bolonia (II)
Actualizado:El año pasado insistí en la falta de información sobre la Declaración de Bolonia que en el 2009 cumple su décimo aniversario. Quizá no sea tarde para que todos los responsables hagan un esfuerzo por aclarar lo que significa la creación del Espacio Europeo de Educación Superior, cuáles son las herramientas para avanzar en ese proceso y qué medidas son necesarias para que la convergencia europea sea una realidad en el futuro. La construcción de una auténtica Europa pasa por el fortalecimiento de sus dimensiones intelectual, cultural, social, científica y tecnológica, siendo el Conocimiento factor clave para el crecimiento social y humano de sus ciudadanos, para darles los medios con los que afrontar los nuevos retos y para aportarles una conciencia de valores comunes y de pertenencia a un mismo espacio. La creación del Espacio Europeo de Educación Superior representaría así una vía fundamental para promover la obtención de empleo y el desarrollo general de la UE. Para conseguir esos objetivos, la Declaración de Ministros de Bolonia aboga por una mayor compatibilidad de los distintos sistemas educativos de la vieja Europa y para ello establece una serie de herramientas, que ni deben ser las únicas ni deberían concebirse como fines en sí sino como medios para alcanzar esa Europa del Conocimiento que tanto necesitamos. Esas herramientas, que fueron sugeridas por académicos y estudiantes de todos los países reunidos el 18 de junio de 1999, son: 1) Emisión del Suplemento al Título, documento que clarifica las competencias de los egresados universitarios para ayudar a la obtención de empleo. 2) Adopción en todos los países de una misma estructura de estudios con 2 ciclos, grado y postgrado, debiendo tener el primero un valor adecuado en el ámbito laboral. 3) Implantación de un mismo sistema de créditos académicos para promover la movilidad estudiantil. 4) Eliminación de los obstáculos a la movilidad, con atención especial al acceso a oportunidades de formación para los alumnos. 5) Promoción de la cooperación europea en asegurar la calidad de la enseñanza con criterios y métodos comparables.
Se trata sólo de algunas herramientas para conseguir un objetivo mucho más ambicioso: un espacio europeo fuerte, basado en el conocimiento y capaz de dar respuesta a las necesidades laborales y sociales de sus ciudadanos. Ante este objetivo, sorprende que Bolonia suscite tanto rechazo y se identifique con la entrega de la universidad pública a la empresa.
Por tanto, y para evitar que la creación de una auténtica Europa del Conocimiento fracase antes de nacer, es obligación ineludible que el Estado desarrolle y aplique correctamente, con responsabilidad y transparencia, esas herramientas para que efectivamente sean de utilidad, y sobre todo poner las medios para que esas medidas sean realmente eficaces, porque es obvio que no es posible pretender una convergencia europea basada en el Conocimiento sin que se pongan a disposición de ella los recursos necesarios. Otra cosa sería un simple maquillaje.