MIRADAS AL ALMA

El Cite de Bergamín

Se edita una recopilación de toda la «obra taurina de José Bergamín». La pasada semana me inspiré en su fantasía para crear un surrealista cuento de Navidad. En ésta, evoco al surrealismo de su pensamiento para recuperar el sentimiento de un duendecillo que se me antoja hasta quijotesco. Dramaturgo, poeta, ensayista José Bergamín fue ese luchador con alma de niño y cuerpo de esquelético viento. Cazaba los pensamientos más altos y levitatorios para desnudarlos ante la tierra con un ingenio tan único como inclasificable. Ser inclasificable es la mayor virtud que un ser genial puede poseer. Salirse de toda norma establecida es sólo el principio de un universo propio. Ser incomprendido es símbolo de altitud artística; subir, subir, para dejarse caer como muerto sin más peso que el del pensamiento.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En esta obra presentada por su hijo Fernando (amigo entrañable), uno se sumerge en un profundo océano de pensamientos y emociones cuyo mayor logro es hacer olvidar todo lo superfluo y establecido. Nadie en la literatura ha sabido ver a los toreros y plasmarlos con tal profundidad como Bergamín. Citando a la emoción, parando al sentimiento, templando al pensamiento, mandando sobre la razón Poseía con innata naturalidad los cánones esenciales y divinos para entender que el arte del toreo es precisamente lo que la mayoría ni ve ni oye ni siente.

Sin fisuras ni trampas, Bergamín se burla con musarañeras sentencias de todo lo predominantemente vulgar.

Quise incluir en De Negro Y Azabache una clamorosa fotografía de Rafael de Paula brindando a José Bergamín en una corrida del Corpus en Sevilla. Y es que la emoción y emotividad de las miradas entre escritor y torero son las mismas que el amor pudiera procesar al misterio, el poeta al dolor o la noche al amanecer. Volvemos a oír esa música callada, que es todo el ser y no ser del arte birlibirloquesco, de terrible belleza y abismal hondura.