COMPARECENCIA. Mainar acudió esta semana al Juzgado para ser procesado por el crimen. / EFE
ESPAÑA

Santiago Mainar: El «liberador» de Fago

El único acusado del asesinato de hace dos años del alcalde defiende su inocencia tras haberse declarado culpable ante la Guardia Civil

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Pasadas las 21.30 horas del 12 de enero de 2007 Miguel Grima encontró la muerte en una curva cerrada a menos de dos kilómetros de Majones, una localidad oscense de apenas siete vecinos que debía pasar de camino a Fago, el pequeño pueblo de una treintena de habitantes del que era alcalde. Unas piedras en la carretera le obligaron a bajar de su Mercedes y fue ese el momento elegido por su asesino para arrancarle la vida de un disparo de escopeta que le destrozó el pecho. Tres semanas más tarde, el 2 de febrero, después de una rigurosa investigación dirigida por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, era detenido el sospechoso del asesinato, el guarda forestal Santiago Mainar, principal enemigo de Grima.

Las investigaciones sobre este caso sacaron a la luz los odios y las tensiones de un pueblo en el que había dos grupos de vecinos enfrentados. El primero, el liderado por el alcalde, quien ganó las elecciones presentándose con las listas del PP; el segundo, alentado por el guarda forestal, su antiguo amigo y ahora enemigo irreconciliable, quien encabezó la candidatura del PSOE. Pero no eran las ideas políticas las que les separaban, e incluso no hubiese sido extraño que si Grima se hubiese presentado finalmente en las filas socialistas Mainar lo hubiese hecho en las populares.

Por eso, cuando los agentes de la UCO llegaron a Fago pocas horas después de descubrirse el crimen -el cadáver de Grima fue hallado al día siguiente de su desaparición, en el fondo de un terraplén junto a la curva maldita-, tuvieron pronto claro que el autor del crimen era vecino de Fago o estaba muy relacionado con el pueblo.

La investigación se centró en dos líneas. Por una parte, los interrogatorios a los vecinos para averiguar si había alguien que sentía tal odio por el alcalde que pudiera haberle llevado a cometer un crimen. La segunda prioridad era localizar el coche de la víctima, en el que había huido el asesino. Y como punto de partida, además, la declaración de un neurólogo vasco, Íñigo Bidegain, de su mujer y de una niña que el matrimonio tiene en acogida. La noche del crimen los tres vieron el Mercedes de la víctima en la cuneta, en dirección contraria a Fago y con las luces largas puestas. Pararon para intentar ayudar pero un desconocido, con voz ronca aparentemente por un resfriado, les ordenó que continuaran porque no pasaba nada. La descripción física del misterioso personaje, que llevaba una linterna frontal para que no se le viera la cara, coincidía con la de Mainar, pero en ningún momento le reconocieron.

Encuentran el coche

El coche de Grima fue encontrado el 14 de enero en el término municipal de Berdún, a unos ocho kilómetros de Majones. Ese fue otro de los hitos de la investigación, esta vez protagonizado por los agentes del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil que durante larguísimas horas, con un frío que congelaba la sangre, trabajaron sobre el automóvil en busca de todo tipo de vestigios.

Para entonces Mainar, aunque no sólo Mainar, ya estaba entre el principal círculo de sospechosos. Se le tomaron dos veces declaración antes de su detención. En la primera se trató de una simple toma de contacto. Ya en ese momento hubo cosas que «mosquearon» a los investigadores. En la segunda, tras detectarse inexactitudes y contradicciones en el primer testimonio, se entró un poco más a fondo en la cuestión, pues había sospechas. El guarda forestal volvió a la calle, aunque siempre con la sombra invisible de un tricornio detrás de él.

El 1 de febrero se terminó de cerrar el círculo. Un informe del Laboratorio de Criminalística implicaba a Mainar en el crimen, ya que su ADN fue encontrado entre los restos de sangre hallados en la zona del conductor del vehículo; en restos de sangre hallados en el exterior del cristal de un automóvil del guarda forestal, y en la zona del conductor, del volante, de la palanca de cambios y del freno de mano del Mercedes, aunque mezclado con otros perfiles genéticos. Y en las manos del sospechoso se detectaron residuos de disparo.

A la mañana siguiente Mainar fue detenido cuando salía de su casa en Fago. «Ya sé a lo que venís», les dijo a los guardias civiles, que le hicieron ver que si colaboraba podía ser todo mucho más rápido. Él se lo pensó durante unos momentos y decidió colaborar. Quería declarar incluso antes de que el equipo judicial estuviese formado y confesó el crimen antes de que eso se produjera. Luego lo ratificó.

Según los presentes, para Santiago Mainar la confesión supuso una liberación. Por fin iba a explicar por qué había actuado así, por qué había ocurrido el crimen. En su declaración dibujó a un alcalde déspota que actuaba deliberadamente contra sus intereses.

Comprobaciones

Los investigadores no se conformaron con la confesión y decidieron comprobar cada uno de sus extremos. Mainar dijo que tras abandonar el Mercedes volvió a Fago andando y que tardó cuatro horas. Los agentes hicieron el mismo camino y comprobaron que era posible. Fueron con él hasta el lugar donde dijo que encontró la escopeta que utilizó en el crimen. Y lo más importante: en su declaración ofreció detalles del asesinato que no habían salido en los medios de comunicación y que por tanto sólo conocía el asesino. En concreto, el lugar desde el que se hizo el disparo y los ángulos de disparo.

También se comprobó que Mainar nunca había entrado en el automóvil de Grima, como declaró posteriormente para exculparse, ya que el alcalde, precisamente por desconfianza, siempre lo cerraba con llave. Por tanto, era imposible que su ADN estuviera en la zona del conductor y ,además, nadie le había visto nunca dentro de ese vehículo. Otro detalle: en los rastreos se había encontrado restos de una linterna frontal compatibles con la del mismo tipo que se halló en casa del guarda. De todas formas, la detención de Mainar estaba ya prevista antes de los informes de ADN.

Ante el juez, Mainar se declaró inocente. «Confesé cosas absurdas para quitar presión al pueblo», se justificó. Sin embargo, parece -que en prisión ha admitido ser el autor del crimen.