FÁCIL. Diarrà participó en la victoria merengue. / EFE
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El Real Madrid supera con comodidad a un Mallorca que dio muchas facilidades

Los blancos sentenciaron a los quince minutos con goles de Robben y Raúl Manzano apostó por una defensa de cinco que no le sirvió para nada

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Pocas veces los jugadores del Real Madrid tendrán un partido tan cómodo. De hecho, el encuentro duró 15 minutos, el tiempo que necesitó Robben para demostrar que sigue en un momento dulce y Raúl para conmemorar su partido 500 en Liga. El Mallorca fue una calamidad defensiva pese a jugar con una línea de cinco por primera vez desde la llegada de Gregorio Manzano al banquillo balear.

De nada le sirvió acumular muchos hombres detrás del balón si no saben marcar al contrario. Lección que deberá aprender el técnico jiennense. El Real Madrid no forzó la máquina en ningún momento. No lo necesitó. Con esta victoria se coloca segundo en la tabla y mantiene las aspiraciones de acercarse al Barça. Los locales salieron con la intención de esperar a los blancos y usar la velocidad de Webó y la calidad de Arango para tener sus oportunidades a la contra.

Sin embargo, fue el Madrid quien aprovechó un córner del rival para montar una contra práctica y efectiva. Un pase desde campo propio de Higuaín hacia la banda derecha lo recibió Robben solo, sin marcaje alguno, en un error clamoroso de la zaga mallorquina que permitió al holandés plantarse sin problemas delante de Aouate y con la pierna izquierda batirle sin problemas. Tres pases fueron suficientes para coger a la contra al Mallorca.

La sensación de peligro cada vez que el extremo cogía el balón y encaraba al contrario era tremenda. Además, estuvo generoso con sus compañeros dándoles varios pases de gol y así callar las críticas sobre su egoísmo en algunas jugadas. Hay Robben-dependencia aunque Juande lo niegue.

Mucho se había especulado sobre si Higuaín, que reaparecía tras su lesión, estaría en el once inicial o Huntelaar volvería a ser titular. Juande prefirió apostar por lo seguro y sacó al delantero argentino, máximo goleador blanco en Liga. El ariete no le decepcionó y se marcó una magnífica jugada ante la pasividad y connivencia de los centrales mallorquines que le permitieron plantarse dentro del área, llegar casi hasta la línea de fondo y regalar el gol a Raúl, que con un taconazo a portería vacía marcó el segundo. Era el minuto 16 y todo estaba vendido. El Mallorca, desesperado ante un partido que no parecía tener solución, se vino abajo y regaló al Madrid el balón. Santana y Mario eran juguetes en manos de Lass, dueño del centro del campo. Higuaín tuvo una clara ocasión a la media hora tras una nueva jugada de Robben, pero esta vez Aouate detuvo el remate.

Era tan cómodo el partido para los blancos, que la relajación se apoderó de ellos, se olvidaron del balón y dejaron la pelota en poder del Mallorca. Esto convirtió el encuentro en algo insulso, donde el Mallorca sólo tiraba a puerta desde lejos por medio de Arango, Webó o Santana, pero sin peligro para Casillas. Si no fuera por el rostro serio y preocupado de Manzano el choque parecía el típico amistoso veraniego.

Los veinte minutos finales fueron soporíferos, los estoicos aficionados que aún permanecían en sus localidades pudieron ver como Huntelaar desperdició una nueva ocasión de gol, además de lamentar el naufragio de su equipo que sigue en descenso.