LUCHA. Toedtli, que se quedó sin marcar, no logra conectar bien el disparo. / ÓSCAR CHAMORRO
Cádiz C.F.

El Cádiz, al mínimo

Una genialidad de López y el gol de Enrique, suficientes para la victoria El equipo amarillo no mejora su juego y acaba silbado por su afición

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Aplica la máxima resultadista. La que marca que en el fútbol no existe más juego bonito que la victoria y la felicidad sólo se cuantifica por medio de puntos. Y triple. Más números, fríos como el ambiente a la par que serenos entre la euforia y el pesimismo. El Cádiz abre aún más la herida con su inmediato perseguidor, a siete peldaños de distancia en la escalera para escapar del pozo. Los demás se pierden en el vacío, ni se divisan.

Pero el cadismo no alcanza la plenitud. Ayer despedía con silbidos y reproches a un equipo espeso y que esquivaba la llama tras jugar con fuego. Ante el Roquetas, los pupilos de Javi Gracia actuarían como el estudiante que sólo aspira al aprobado, al cinco raspado y pelado. Va al mínimo y sólo hace lo suficiente para alcanzar el primer objetivo, sabedor de que cualquier error le puede condenar al fracaso.

Una buena acción personal del inspirado López Silva y el certero cabezazo de Enrique bastan para ser más fuertes en la tabla, aunque más débiles en el imaginario colectivo. Dos ocasiones en la primera mitad y poco más.

Flojo rival

Lo suficiente para un pírrico triunfo por la altura del adversario, un Roquetas que presenta credenciales para sufrir hasta el último segundo. Un conjunto humilde, limitado, que aún así cortaba la respiración amarilla, ahogaba sus ideas y sembraba el pánico en la recta final con balones colgados y remates que no olían la red.

No es falta de intensidad, ni prepotencia, ni tampoco es que escasee el talento. Parece más bien hastío, cansancio psicológico más que físico. En poco se asemeja el Cádiz que apabulló en Roquetas al que sufría en la tarde de ayer. Hay que sumar la baja de forma de hombres clave como Caballero, Juanma, Fleurquin y Enrique, además de la nula aportación de refrescos como Rosu o Barreiro. Y que los rivales ya saben cómo tapar sus virtudes y aprovechar sus debilidades

Los amarillos saltan al verde con la ilusión de recuperar la alegría de antaño, extraviada pero no perdida del todo como se demuestra en algunas acciones aisladas. Gracia movía algunas cartas para remover el aire viciado. Mansilla regresaba al eje de la zaga junto a Fragoso y López reemplazaba al fin a Juanma.

Pero el resultado no mejora, quizá porque esa espesura en el juego depende de que Caballero y Ormazábal recuperen la chispa perdida. El dominio sigue siendo tan claro como infructuoso, y a medida que entran las prisas, generadas en parte por los sonidos de viento llegados desde la grada, el juego fluido se reduce a la mínima expresión.

Pocas ideas

El primer periodo alcanzaba su fin y los locales, después de merodear durante un rato el área almeriense, apenas habían dejado sentir su fortaleza ofensiva con un disparo de Toedtli (tras sensacional jugada colectiva) y un cabezazo de López a falta botada por Caballero. Ninguna opción tan clara como la del conileño De Gomar, quien marraba su derechazo después de dejar clavado a Casilla.

El descanso debía refrescar las ideas cadistas. Pero lo que no se logra durante una semana (o dos meses), es imposible conseguirlo en un cuarto de hora. La ansiedad amarilla traía los primeros errores. Fragoso la pifiaba en el área con un regate absurdo y Casilla evitaba el desastre tapando el tiro de Romario.

Resulta temerario asegurar que esa jugada marcaría un partido de noventa minutos. No obstante, segundos después aparecía uno de los pocos momentos de lucidez de los locales. López gambeteaba por la zurda y sentaba a dos contrincantes. Levantaba la cabeza y templaba el cuero para que Enrique lo acompañara con su testa al fondo de las mallas. Inapelable.

La lata del Roquetas estaba abierta. Momento idóneo para rescatar del pasado esas buenas maneras del primer tramo liguero. Definitivamente, la maquinaria sigue oxidada. En lugar de dar el paso al frente, los de Gracia reculaban y cedían el esférico al rival. Rosu, Juanma y Barreiro sólo eran caras nuevas, con poca presencia y efectividad.

De mal en peor

Cada minuto emponzoñaba más la imagen amarilla. En ocasiones injustamente maltratada por algunos aficionados que no perdonan ni en las victorias, si bien muchas críticas se labraban a golpe de pelotazo e imprecisiones. No atinaba en los contragolpes y se dormía en defensa, como reflejaba Cristian, todavía con el polvorón navideño.

Casilla y la mala puntería rojiblanca mantenían el resultado en el luminoso. Pero no evitaban una bronca final que delata el descontento de una parte de la parroquia cadista, alarmada pues de poco servirá ser campeón si no se mejora la imagen y el juego en mayo.

Nadie duda que el Cádiz jugará los play-offs y pocos piensan que no lo hará desde lo alto de la tabla. Hasta en sus peores tardes ha sido capaz de distanciar a un Poli enredado en la Copa. Vale hasta ahora. Pero en esa eliminatoria no bastará con ir al mínimo. Habrá que buscar el sobresaliente. Y ya hace tiempo que se dejaron de hincar los codos.

jaguilera@lavozdigital.es