SU DÍA . Isabel necesita de ayuda para bajar a la calle porque no hay ascensor. / ÓSCAR CHAMORRO
Ciudadanos

«Las ayudas se quedan cortas para los derechos que reconocen»

Isabel Bethancourt es beneficiaria desde final de año y, sin embargo, precisa de un servicio extra para las necesidades más básicas

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El desarrollo de la Ley de Dependencia continúa siendo una asignatura pendiente de todas las administraciones. Algunos dicen que es demasiado pronto para hacer valoraciones y otros lamentan que los servicios sociales no están preparados para una norma tan ambiciosa. Las autonomías cuentan, de momento, con un marco nacional que pone los pilares de las futuras normas regionales aún por redactar.

La mayoría de los beneficiarios son ancianos como Isabel Bethancourt Morales, de 89 años que lleva dos en silla de ruedas y apenas tiene movilidad en las extremidades. Desde diciembre, Isabel recibe una pensión de 385 euros mensuales y dispone del servicio de teleasistencia, prestaciones que se quedan cortas para cubrir sus necesidades más básicas. De todo se encarga su sobrino Manuel Dávila, que está prejubilado y vive con su casa. «Estoy atento a ella porque tengo posibilidad, pero si tuviera que ir todos los días a trabajar y viviera en otro lado tendríamos que buscar otra solución».

Manuel se vale de la familia para que Isabel no se quede sola. Lo más difícil es acostarla por las noches y bajarla desde un segundo piso sin ascensor. Para lo segundo ahora cuenta con un servicio extra que pone la Asociación de Vecinos del Campo de la Aviación (Loreto) de Cádiz, donde vive. Su caso es excepcional, pues se trata del único colectivo vecinal de la ciudad que ofrece esta prestación. Manuel reconoce que sin esta ayuda le costaría más salir de casa. «Antes recurría a los vecinos y a mis primos. Pero temía que yo pudiera hacerme daño y no pudiera bajarla más». El cuidador lamenta que «tenga que ser una asociación de vecinos, que tiene pocos recursos, la que se haga cargo, cuando lo debería de ofrecer el servicio público».

«En nuestro caso esto es lo más necesario, por eso no hemos solicitado la ayuda a domicilio», cuenta Dávila. Precisamente hay muchos que rechazan esta prestación porque apenas cubre una hora al día, de lunes a viernes, y se encargan del aseo y la comida. Para los cuidadores resulta insuficiente y tienen que recurrir a empresas privadas. Una de las que se encarga de estos servicios es Cuidado's, en Cádiz, que lleva cinco años atendiendo a ancianos y niños. Sus responsables son José Manuel Astorga e Ismael Gómez. Esta agencia cubre muchos servicios de fin de semana, desde el aseo a cambios de pañales y acompañamientos a los centros hospitalarios. Ajustan sus tarifas a las posibilidades de los clientes y ofrecen una asistencia completa.

Desde su oficina en la calle Acacia conocen de primera mano las necesidades de los gaditanos. «Trabajamos con usuarios de toda la Bahía y está visto que las pensiones y los servicios son muy pocos para lo que necesitan», aseguran. «La otra solución es la residencia de ancianos, pero donde mejor se encuentra una persona mayor es en su casa y rodeada de su entorno», dice José Manuel.

Problemas invisibles

Ambos empresarios reconocen que desde que empezó a desarrollarse la Ley han cambiado muchas cosas. «Ahora recibimos llamadas a diario y hemos tenido que ampliar la plantilla». Calculan que se han podido triplicar las solicitudes que les llegan y sobre todo «se han hecho visibles muchos problemas que antes estaban silenciados dentro de las casas». Con estas palabras, José Manuel se refiere a la gran cantidad de personas que pasaban años dentro de sus hogares por no poder bajar una escalera o estar inmovilizados en la cama.

Ante las nuevas necesidades que van surgiendo, usuarios y empresas piden una mayor celeridad en los trámites. «Nuestro contable se dedica también a tramitar solicitudes. El papeleo es complicado y también hay que estar a ello, porque esto es más que un negocio, es una vocación».