Opinion

Dar más vida

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a confirmación de España, por 17º año consecutivo, como el país del mundo a la cabeza en donaciones de órganos y trasplantes constituye ante todo un reconocimiento para todos aquellos ciudadanos que se han mostrado dispuestos a arrancar a la muerte nuevas vidas, para quienes han logrado salvarlas gracias a la generosidad de los demás y para los especialistas que lo hacen posible a diario. Pero ese reiterado liderazgo ha de ser interpretado también como el premio al compromiso de la sociedad en un terreno muy delicado, que obliga a un esfuerzo de comprensión de las circunstancias singulares de cada caso. La paradoja que provoca la disminución de los trasplantes asociados a los accidentes de tráfico que han sufrido un importante descenso, o la validez o compatibilidad más dudosa de los órganos de una población cada vez más envejecida, han de conllevar la búsqueda de nuevas vías para tratar de asegurar que quien aún pueda insuflar vida lo haga de manera efectiva.