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LUCES Y SOMBRAS

Llueve sobre mojado

Resulta un tanto cansino reflexionar, una vez más, sobre las políticas urbanísticas que se desarrollan en la provincia y sobre todo en buena parte del litoral gaditano tan afectado por construcciones ilegales o inoportunas. Es un tema trillado, pero no por eso deja de llamar la atención cuando se tienen noticias relacionadas con actuaciones que se pretenden iniciar en parajes costeros de singular belleza. Cuando menos despiertan inquietud. Por ejemplo, en la zona de Atlanterra, se acaba de autorizar un proyecto que supone la construcción de un campo de golf, más de mil viviendas y otras tantas plazas hoteleras. Por supuesto, se comprende que el Ayuntamiento de Tarifa quiera impulsar los proyectos que generen riqueza y empleo. De eso no cabe la menor duda, aunque la medida puede parecer en estos momentos inadecuada. En primer lugar, porque recae justamente cuando estalla la crisis del sector inmobiliario. Ahora mismo, en España, hay más de un millón de viviendas sin vender. En la propia costa gaditana se encuentran un gran número de chalés y viviendas unifamiliares en venta.

CARLOS DÍAZ
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En segundo lugar, el proyecto se materializará en el entorno de Cabo Plata, un lugar que en su día disfrutó de un atractivo especial y que en estos últimos años se ha visto castigado por una especulación desenfrenada causante del desarrollo caótico y desordenado de la zona. Es evidente que estas circunstancias no son las apropiadas para atraer un turismo cada vez más exigente.

Cualquier observador im-parcial diría que falta una ordenación racional de nuestras costas. Da la sensación que el desarrollo y la planificación urbanística se hacen en función del peso específico que cada alcalde tiene en el partido gobernante o en la Junta de Andalucía; que se carece de un proyecto global que respetando el medioambiente sea capaz de armonizar los intereses de los municipios costeros con el interés general de la comunidad.

Igualmente se tiene la impresión de que no se cuenta con una inspección eficaz, dotada de suficientes medios materiales y personales para perseguir con éxito las infracciones cometidas contra la ordenación del territorio. En cualquier caso se ha perdido un tiempo precioso para poner orden, cuando era más fácil, en un litoral sin explotar -hoy muy codiciado- hasta hace relativamente poco tiempo. Me refiero al tramo comprendido entre Cádiz y Algeciras.

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