PINCHITO MORUNO

Ariel sensaciones

Siempre procuro estar muy atento a los avances en materia de detergentes y suavizantes. Es un mundo apasionante de micromoléculas y microparticulas capaces de buscar la suciedad más escondida y dejarlo todo más limpio que la Avenida después del paso de la Cabalgata de Reyes, que le sacaron tanto brillo que hasta se borraron las letras a los envoltorios de los caramelos.

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La verdad es que últimamente en materia de escamondados el panorama estaba bastante tranquilo. No había ninguna novedad detergentil que sobresaliera y lo único destacable era que Norit el borreguito y el osito de Perlán continúan su batalla sin cuartel por ser los que te dejan las toallas más suaves de España, aunque sean de Portugal.

Yo en esto del lavado a máquina, el a mano no lo he practicado nunca, soy de ideas fijas, es decir, siempre pongo la lavadora a 30 grados y en el mismo programa...para que variar, no vaya a ser que las camisas despinten con las altas temperaturas y eso es un disgusto muy grande, que se te pone la camisa de acuadrito que parece la carta de ajuste de la televisión (que antiguo soy, si ya las televisiones no tienen carta de ajuste).

Por eso el otro día volví a recuperar el interés por el mundo del detergente, que también estaba en crisis, al oir el anuncio del nuevo Ariel, bautizado con el sugestivo nombre de Ariel Sensaciones. Este producto se anuncia de la siguiente manera. Resulta que se ve en la pantalla un matrimonio mixto, de hombre y mujer, como Dios manda que diría Rouco Varela. En el spot, qué palabra más cursi, no se ve en qué programa ponen la lavadora, pero sí se ve que han tenido un mosqueo. Aquí nos quedamos con las ganas de saber que ocurrió porque como los anuncios son tan cortos pues no se sabe porqué se mosquearon, pero yo por la cara de ella, pa mí que al tío se le quemó la paella y le salió el arró negro pero sin necesidad de echarle la tinta de los calamares. Total, que los dos tenían la cara como Aznar cuando come puchero.

Lo cierto es que aún mosqueados y con caras de Aznar comiendo puchero, los dos se acuestan en el lecho conyugal (como Dios manda) y se colocan de espaldas, como para que se vea que están disgustaos. Creo recordar que los dos lucen pijama, ninguno de ellos de acuadrito. Lo cierto es que al poco de tumbarse sobre el Pikolin Normabloc los dos huelen las sábanas, evidentemente escamondadas con Ariel Sensaciones, con más pasión con la que uno coge un cartucho de cazón en adobo. Después de absorber el Ariel Sensaciones sonrien y, como si fueran una dorada a la plancha, empiezan a darse la vuelta y las caras de Aznar comiendo puchero se les transforma en cara de niño después de dos horas jugando a la Nintendo.

Cualquiera sabe lo que le han hechado los de Ariel a las sábanas y a la funda de almohada, tamaño 1,35, que es la media estandar en España, pero lo cierto es que los dos se acercan como si fueran el Cristo y la Virgen del Caído en la recogida por el Parque, cuando Cádiz aún no tenía paladar en la Semana Santa. Bueno, se produce tal acercamiento que cualquiera sabe lo que pasó después por culpa del Ariel Sensaciones si no fuera porque el anuncio está hecho como Dios manda y se corta en un momento prudencial.

Visto esto le voy a dar un consejo al jefe de la oposición en el Ayuntamiento de Cádiz, Rafael Román. Rafaé, ve al Hipersol de Cortadura y comprate un cuarto y octavo de Ariel Sensaciones. Lava con él tu mejor chaqueta y ve con ella al próximo Pleno a ver si así es posible que, cuando huela los efluvios del reconciliador detergente, María Chillíos se tranquilice un poquito, que le va a dar algo. Ahora, ten cuidao Rafaé, no te vayas a pasar en la dosis y no sea un Pleno como Dios manda.

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