Bush rechazó la petición secreta israelí de ayuda para atacar Irán
Según 'The New York Times', los hebreos le pidieron armas para atacar un complejo nuclear iraní y permiso para sobrevolar Irak
WASHINGTON Actualizado: GuardarLa ofensiva israelí contra territorios islámicos podía no haberse limitado a la castigada Franja de Gaza. Al parecer, el presidente estadounidense, George W. Bush, rechazó el año pasado una petición secreta que hizo Israel para que les proporcionara bombas anti-búnker y así poder atacar el principal complejo nuclear iraní de Natanz, a 230 kilómetros de la capital iraní de Teherán, según publica hoy el periódico The New York Times.
El diario, que cita fuentes oficiales estadounidenses que hablan en condición de anonimato, indica que la administración Bush recibió la solicitud de Israel para volar sobre Irak y llegar a Irán al citado complejo. Sin embargo, Bush habría argumentando que su Gobierno ya había aprobado un plan para sabotear los presuntos esfuerzos iraníes de desarrollar armas nucleares.
Estados Unidos consiguió que Israel cambiara de idea, al menos temporalmente, pero a cambio la administración Bush intensificó el intercambio de información con los servicios secretos israelíes a los que ofreció los pormenores de su plan para el sabotaje.
Lo que los funcionarios no consiguieron averiguar fue si Israel tenía pensado realmente hacer el ataque o la intención del primer ministro israelí, Ehud Olmert, fue forzar a la Casa Blanca a tomar medidas más firmes contra Irán antes de que Bush, del Partido Republicano, dejara el cargo este 20 de enero en beneficio del en teoría más moderado Barack Obama, del Demócrata.
Bush no quiso más guerra
Las fuentes indicaron a The New York Times que aunque Bush fue informado de las posibilidades para realizar un ataque a las instalaciones iraníes, el presidente estadounidense nunca dio orden al Pentágono para que preparan un plan de contingencia, en contra de lo que han apuntando algunos de sus detractores.
Según la información obtenida por el diario, los máximos responsables de la administración, liderados por el secretario de Defensa, Robert Gates, convencieron a Bush de que cualquier ataque a Irán no sería efectivo, acabaría con la misión internacional de inspectores nucleares y sólo serviría para impulsar el programa nuclear iraní.
Asimismo, también consideraron que una acción armada en Irán traería una guerra abierta en Oriente Medio, en la que se verían implicados los 140.000 soldados estadounidenses desplegados en Irak.