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LA HOJA ROJA

La ciudad sigue igual

Por muy apocalípticos que nos pongamos, la vida sigue como la de Julio Iglesias. Bueno, no como la de Julio Iglesias, que ya quisiéramos más de uno, sino como aquella canción que le hizo famoso. Igual, para entendernos.

YOLANDA VALLEJO
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La vida sigue igual. Con menos tiempo, eso sí. Menos tiempo para la fecha de caducidad esa que tenemos encima como la tapa del yogur. En tres años tenemos que terminar la rehabilitación del Oratorio de San Felipe Neri, la del Castillo de San Sebastián -este que ahora no nos van a ceder por mucho que pase el Bicentenario- y la Cárcel Real.

Tenemos que terminar -y empezar- el Museo del Carnaval, la plaza de Sevilla, la Casa de las Artes, el hotel de Valcárcel, el nuevo Parador, el centro cultural de los depósitos de Tabacalera Un estrés, vamos. Y un agobio, sólo de pensarlo. Pero, como dije, la vida sigue igual y seguirá igual.

Miren, si no, la pista de patinaje que está funcionando como si tal cosa, a pesar del retraso, a pesar de las lluvias que la Asociación de Comerciantes Cádiz Centro de Calidad interpretaba como «las temperaturas más altas de Navidad en Cádiz» -entre estos y el primo de Rajoy tenemos resuelto el problema del cambio climático-, a pesar de la inclinación de la plaza -a ver si la Torre de Pisa la teníamos en San Antonio y no lo sabíamos- y a pesar de los comentarios de Juan Tovar sobre el «sabotaje» de los vándalos, de los alanos y de los suevos. Que nunca es tarde si la dicha es buena.

La vida sigue igual. Ni las rebajas nos sacan de este letargo en el que ya nos hemos acomodado. Y eso que ahora nos dicen que consumir es compartir y que hay que gastar para que siga funcionando la rueda de la fortuna.

Aunque a unos la fortuna les sonríe más que a otros. Miren si no a Melchor, que le tocó la lotería del Niño. Claro que no todos tenemos un amigo en Tarrasa como tiene Carlos Medina que nos traiga lotería porque en Cádiz, la verdad, tocar nunca toca.

A otros no es que no les sonría la suerte, es que les dio la espalda hace mucho. Los sin techo de la plaza de España, esos personajes que casi forman parte del mobiliario urbano -de aquí al Doce puede que se hayan integrado en el monumento- desde hace seis meses sin que nadie les haya dicho que, por mucha resistencia que tengan al sistema, no es la mejor manera de vivir, se quedaron el día de Reyes compuestos y sin equipaje porque los servicios de limpieza -después de seis meses, insisto- recogieron todas sus pertenencias y las llevaron al punto limpio de la Zona Franca. José Ramón R.G., el gallego que lidera el grupo, se suma también a los actos de Bicentenario con estas declaraciones «estamos junto al monumento que recuerda a la primera Constitución que reconoce derechos individuales y ahora nos vienen a vulnerar los nuestros». Un cargo merece este hombre. No que le devuelvan las maletas destrozadas.

Que sí, que la vida sigue igual. Da igual si Carmen Chacón se viste de Lina Morgan para la Pascua Militar, da igual que la Princesa Letizia repita modelo y algunos hayan querido ver en esto una provocación -usted se pone siempre lo mismo para las celebraciones familiares y no por eso provoca a nadie.

Todo sigue igual. Mucho han tardado los socialistas en darse cuenta de que los plenos municipales no son colegios ni cuarteles. Los miembros de la oposición municipal dicen que no son «ni escolares ni soldados» y que no piensan aguantar ni un grito más.

A buenas horas. A los 14 años les ha entrado la rebeldía a los de Rafael Román. Muy bien. A ver si se nota algo, a ver si empiezan a hacer oposición de una vez y empiezan a distinguir las voces -o los vocinazos- de los ecos, que diría Antonio Machado.

Porque nuestro Ayuntamiento afirma que tiene capacidad para endeudarse en 47 millones de euros todavía, gracias a la buena gestión económica que lleva haciendo desde 1995, por lo que podemos asumir la obra del estadio sin ningún problema. Mira que bien.

El problema es si merece la pena hacer una inversión tan grande para un uso tan limitado -lo del Cádiz en Primera es un misterio convertido en tópico de esta ciudad, como la receta del paté de cabracho de El Faro-. Pero da igual, porque nunca pasa nada, aunque esas sean palabras de Zapatero.

Esta mañana, si no hay contraorden, el buque escuela Juan Sebastián de Elcano iniciará su ochenta crucero -no, no le han dado merienda- desde el puerto de Cádiz. Habrá que ir a decirle adiós. Como les dijimos adiós a todos los gaditanos que han salido ¿huyendo? de nuestra ciudad por la falta de empleo, de vivienda, de servicios como le dijimos adiós a la posibilidad de convertirnos de verdad en capital de provincia y nos conformamos con el eufemismo de «hacemos bahía», mientras aquí quedamos cuatro gatos.

Para los que teníamos esperanzas en un mundo mejor, para los que teníamos la esperanza de que la vida no siguiera igual, nos ha regalado José María Aznar -sí hombre, el que fue presidente del Gobierno y luego se soltó la melena y la lengua- unas perlas en Vanity Fair. Nosotros pensábamos que lo de Obama era un síntoma de avance social y resulta que es «un exotismo histórico». Vaya.

Y todavía andan por ahí los que quieren polemizar con la publicidad en los autobuses que dicen si Dios existe o no existe, o hay que vivir la vida o no hay que vivirla. Andan por ahí los que cuestionan si -en virtud de la educación para la ciudadanía- debemos subir a uno u otro autobús. Cuestión de conciencia, dicen. A mí también me remueve la conciencia cuando tengo que pagar un euro por un trayecto ridículo.

Será porque no sé dónde venden el bonobús. Otro misterio gaditano.

yolandavallejo@telefonica.net