El Papa reclama una clase dirigente «capaz de hacer progresar» el diálogo
Benedicto XVI recuerda al Gobierno israelí que «la opción militar no es una solución, venga de donde venga»
Actualizado:Si hay un día del año en el que el Vaticano hace política abiertamente en el tablero internacional es el del tradicional discurso de enero del Papa al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede. El Pontífice suele exponer su visión de todos los frentes abiertos y ayer el protagonismo fue, como era de esperar, para el conflicto de Oriente Próximo.
Ante los representantes de los 177 estados que mantienen relaciones con el Vaticano, Benedicto XVI fue claro en unirse a la comunidad internacional y exigir un retorno a la tregua: «La opción militar no es una solución y la violencia, venga de donde venga y bajo cualquier forma que adopte, ha de ser firmemente condenada». Ratzinger subrayó el respeto a «los legítimos intereses de todas las poblaciones involucradas», fórmula habitual para amparar las reclamaciones palestinas, pero fue más allá y sugirió un recambio de interlocutores.
Sobre la posibilidad de una vía para la paz, el Papa consideró «muy importante que, con ocasión de las cruciales citas electorales de los próximos meses, surjan dirigentes capaces de hacer progresar con determinación este proceso». Sabiendo que hay elecciones en Israel el mes que viene no hace falta perspicacia para captar el mensaje, aunque también se acerca el relevo de Mahmud Abbas al frente de la Autoridad Palestina.
El embajador hebreo ante la Santa Sede, Mordechai Levy, quitó luego hierro al asunto y al tiempo que recordaba los próximos comicios en Irán, dijo que el Papa «habló en plural». Sin embargo, por la tarde, la lectura de 'L'Osservatore romano' fue que «es necesaria una nueva clase dirigente».
El asunto de fondo en este momento entre el Vaticano e Israel es una posible visita de Benedicto XVI a este país en mayo. Sin embargo, no hay confirmación oficial, Ratzinger ayer no la mencionó -mientras sí aludió a su viaje a África de marzo- y los incidentes en los últimos meses han sido múltiples. Desde la polémica sobre Pío XII a las declaraciones de anteayer del cardenal Renato Martino, presidente del consejo vaticano Justicia y Paz y ex nuncio ante la ONU, quien comparó Gaza con un campo de concentración.
Lazos diplomáticos
El Vaticano e Israel, que sólo establecieron lazos diplomáticos en 1993, han tenido siempre relaciones delicadas. Con Juan Pablo II se emprendió una reconciliación, pero la llegada de Benedicto XVI ha enfriado el clima. El posible viaje a Israel debería ser un paso adelante, pero el conflicto de estas semanas lo vuelve de dejar en el aire. Levy dijo ayer que «todavía hay tiempo».
No obstante, el grueso del discurso del Papa se centró en asuntos menos transitados en los medios. Además de recordar las guerras olvidadas o las recientes catástrofes naturales Benedicto XVI insistió en el escándalo de la pobreza: «Para construir la paz conviene dar nuevamente esperanza a los pobres. ¿Cómo no pensar en tantas familias afectadas por las dificultades que la actual crisis financiera ha provocado a escala mundial? ¿Cómo no evocar la crisis alimenticia y el calentamiento climático, que dificultan el acceso a los alimentos y al agua a los más pobres?».
En este sentido, fueron una novedad y un cambio de opinión notable del Vaticano sus palabras positivas sobre la reciente Conferencia de Doha «para orientar el sistema económico y ayudar a los más débiles». El Papa también recordó los ataques a cristianos en varios países, como India o Irak, y previno a Occidente para que «no cultive prejuicios u hostilidades contra los cristianos, simplemente porque, en ciertas cuestiones, su voz perturba».