Sociedad

El Velcro y otras ideas muy terrestres

La tecnología espacial ha producido cientos de aplicaciones para la vida diaria. Quizá por ello, algunos diseños cotidianos son atribuidos a la carrera espacial por error o fueron adaptados para ella a pesar de su origen puramente terrestre. El caso típico es el Velcro. En numerosas publicaciones de divulgación o en páginas web se puede leer que los cierres de Velcro fueron desarrollados por la NASA. No es así. El Velcro se inventó en 1941. Según explica la propia marca, «el ingeniero suizo George de Mestral aficionado a la caza tuvo la fantástica idea de crear un sistema de fijación siguiendo el modelo de la naturaleza. Se le ocurrió cuando, tras una excursión, se paró a mirar con detenimiento el cardillo que se había quedado adherido al pelo de su perro. Se dio cuenta de que la flor de cardo contiene multitud de pequeños ganchos flexibles que se pegan a los bucles del tejido y no se rompen a la hora de desgarrarlos». La NASA se fijó en la ventaja del producto para mantener fijos los pequeños objetos -bolígrafos, termómetros, grabadoras- en el interior de las naves espaciales en ingravidez durante el programa Apollo. Desde entonces el producto ha sido asociado a la carrera espacial en la cultura popular.

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El Teflon, material muy usado en la fabricación de sartenes, es utilizado por la NASA y otras agencias como material aislante en los cascos de los vehículos o en los trajes espaciales, pero fue inventado mucho antes del inicio de la carrera espacial, en 1938. Otra atribución errónea es el de la bebida Tang, que no fue creada para los primeros astronautas, aunque sí seleccionada para calmar su sed. John Glenn, el primer estadounidense que entró en órbita, la usó como refresco en su vuelo histórico de casi cinco horas a bordo de una cápsula Mercury en 1962, convirtiendo esta bebida en un producto popular.

La agencia espacial estadounidense tampoco ideó los códigos de barras, pero sí los mejoró y los aplicó para inventariar las miles de piezas que componen el transbordador espacial. Los relojes de cuarzo también son un invento atribuido por equivocación a la exploración espacial, cuando en realidad son mucho más antiguos: el primer reloj de cuarzo apareció en 1927. La NASA se limitó a contratar a un fabricante específico para que dotara de relojes precisos al programa Apollo.

Para salir de dudas, la N ASA mantiene una base de datos sobre todos los spinoffs que se puede consultar a través de su página web: http://www.sti.nasa.gov/tto