TRIBUNA LIBRE

Salir de Gaza

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Lo realmente difícil para Israel no es entrar en Gaza, sino salir de allí. Hace ya tres años que los israelíes se retiraron unilateralmente de Gaza, sin que mediasen negociaciones ni acuerdos de ningún tipo. Por lo tanto es poco probable que deseen volver a ocupar el territorio de manera permanente. Los israelíes han preparado su ofensiva durante bastante tiempo, entrenando a las tropas durante meses y meses para el tipo de combate que las aguardaba. No ha sido una decisión impulsiva, producto de la cólera por las agresiones de Hamás, ni tampoco es el resultado del oportunismo electoralista.

La violencia de la ofensiva israelí no debe sorprender a nadie. Rodeados de enemigos, siempre han creído que sólo una política de mano muy dura puede garantizar la supervivencia del Estado judío. La mano dura de Israel es incuestionable. Sus tácticas se han demostrado eficaces hasta el momento pero... ¿cuál es la estrategia? ¿Cuáles son los verdaderos objetivos? ¿Cuál es el plan? Todo lo que Israel está haciendo ahora mismo ya lo ha hecho antes una y otra vez. La necesidad de reiterar este tipo de ofensivas demuestra su escasa eficacia a todos los niveles. Ahora mismo, cuando la mayor parte de la Franja está ya ocupada por el Ejército israelí, los rudimentarios cohetes de Hamás siguen lloviendo sobre municipios israelíes cada vez más alejados de Gaza. Que te den un golpe y lo devuelvas es algo perfectamente normal, pero te arriesgas a enzarzarte en un interminable intercambio de golpes.

Por otra parte, Hamás tampoco ha mostrado demasiado interés por negociar con Israel. La población de Gaza les apoya por el desprestigio generalizado de la OLP, su corrupción, su nepotismo, su autoritarismo pero sobre todo por su inoperancia frente a Israel. Por desgracia para ellos, Hamás parece dispuesto a usarlos como carne de cañón en su guerra para destruir Israel. Si les preocupasen sus paisanos, intentarían negociar con Israel o usarían sus cohetes contra las fuerzas armadas israelíes, no contra civiles.

Las tropas israelíes ya están luchando en las ciudades de Gaza. Pronto tendrán bajo su control todo el territorio. Hamás sufrirá fuertes pérdidas humanas y materiales. ¿Y luego, qué? Israel no va a quedarse para siempre. La población local va a seguir apoyando a los integristas. Lo que Israel está haciendo es como arar en el mar. Vuelvo a insistir en las preguntas clave: ¿Cuál es la estrategia? ¿Cuál es el plan? Porque si no tienen un plan, no pueden ganar. Se puede polemizar sobre la excesiva violencia de su ofensiva o sobre su derecho a defenderse de cualquier ataque, pero es innegable una cierta improvisación e incoherencia en las acciones de Israel. Son demasiado unilaterales y no parece existir una verdadera estrategia a largo plazo. Sin embargo, ahí reside la única esperanza de verdadera paz porque ésas son las únicas concesiones que podrían llevar a los ciudadanos palestinos a reconciliarse con Israel, suspender su apoyo a las facciones extremistas, renunciar al terrorismo y aceptar una paz permanente con el Estado judío, no una mera tregua sino la paz de verdad.

Hamás tampoco apoya una solución negociada porque implicaría renunciar a su objetivo mínimo de destruir Israel. Al final, lo que realmente importa es la gente que muere. Israel y Hamás deben dejar de atacarse. Si se niegan, la comunidad internacional debe obligarles. No será por falta de tropas y de recursos que no lo hagan, sino por falta de voluntad. Admito que si en el sur de Líbano reina la paz no es tanto por la presencia de tropas internacionales, sino porque ni a Israel ni a Hezbolá les ha interesado romper la tregua. Si Israel y Hamás firmasen una tregua para luego romperla, la fuerza multinacional podría terminar atrapada entre dos fuegos y destruida, salvo que enviásemos un contingente muy poderoso. Mucho depende de lo que haga EE UU.

A este respecto el silencio de Obama es estruendoso y si planea mantener el tradicional apoyo incondicional norteamericano a Israel resulta sumamente extraño. ¿Qué pensará hacer cuando tome posesión?