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MUNDO

El silencio de Obama

Ayer en 'Le Monde', Sylvain Cypel escribía que en Washington y en el campo afín a Barack Obama se advierte «un principio de malestar» por lo que está ocurriendo en Gaza y la reacción norteamericana, una mezcla de total luz verde a los israelíes a cargo de George W. Bush y el embarazoso silencio protagonizado por el presidente electo. De hecho, el argumento esgrimido por Obama de que hasta su toma de posesión no hay más que un presidente al que toca gobernar y explicarse no serviría, porque el sucesor de Bush sí hizo una firme declaración a finales de noviembre tras los atentados de Bombay. El malestar descrito tendría dos dimensiones: refleja el sentir de un sector minoritario, pero en auge, que espera algo distinto del nuevo líder (un sondeo arroja un 55% de demócratas críticos con la invasión frente a sólo un 27% de republicanos); y, sobre todo, expresa una opinión que se ha extendido en los medios diplomáticos y políticos: Israel ha querido marcar el territorio a Obama, dejarle claro a tiempo que es autónomo en sus decisiones y que espera la eterna comprensión de Washington incluso para sus peores excesos.

ENRIQUE VÁZQUEZ
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Pero el Gobierno hebreo ha puesto en grave aprieto a la nueva Administración, que se encuentra ante un terreno en ruinas. Los socios regionales de EE UU -Egipto, Arabia Saudí y la propia Autoridad Palestina- están contra las cuerdas y prisioneros de un dilema tragicómico. Un dilema que les obliga a cerrar los ojos y esperarlo todo del amigo americano y, al tiempo, condenar la «criminal agresión», en palabras de Abbas, porque la calle árabe está literalmente ardiendo mientras ve lo que sucede en Gaza.

¿Es prudente la actuación del Gobierno hebreo o irritará a un Obama cuyo plan era esperar a las elecciones del 10 de febrero en Israel y empezar a trabajar con el nuevo Ejecutivo? En cierta ocasión, irritado con algunos excesos de Benjamín Netanyahu, Simón Peres dijo que el entonces primer ministro iba a cometer «el peor de los pecados: dañar la relación especial con Washington». Tal vez eso acabe ocurriendo ahora por la decisión de un trío de dirigentes incapaz de servir al interés nacional, bien entendido, de Israel, y sucumbir a las conveniencias preelectorales.