Familiares de tres niños palestinos muertos por los bombardeos israelíes portan sus cadáveres durante los funerales celebrados ayer en Ciudad de Gaza. / AP
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Israel busca a Hamás casa por casa

Los ataques del Ejército hebreo contra las zonas residenciales de Gaza se cobraron ayer veintitrés nuevas vidas de civiles palestinos Los milicianos se esconden en las calles para preparar emboscadas

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La ciudad con mayor número de habitantes del territorio más densamente poblado de la Tierra, la capital de Gaza, se convirtió ayer en una trampa de fuego. Otra vez de noche -a la hora en que el primer ministro judío, Ehud Olmert, recibía en Jerusalén al presidente francés, Nicolas Sarkozy-, la ofensiva del Ejército hebreo sobre la franja entraba en su 'tercera fase'. 'La gran misión', en la jerga que han usado las Fuerzas Armadas judías. El avance hacia la guerra cuerpo a cuerpo con los milicianos palestinos en los entramados urbanos se producía apoyada por el trueno aplastador de la artillería pesada y el rugir de los aviones y helicópteros que sobrevolaban furiosos un campo de batalla con 50.000 personas encerradas en sus casas.

Sus bombas golpeaban el norte, los enclaves de Beit Hanun, Beit Lahiya, Yabalia y Rafah, en el sur, escenario de cruentos choques. Los peores impactos se escuchaban a una decena de kilómetros confundidos entre las alarmas que anunciaban en la ciudad de Ashkelon la amenaza de cohetes. Fuentes no confirmadas atribuían la extraordinaria violencia a una presumible operación de rescate que Israel habría desplegado tras un ataque miliciano a un convoy judío, en el que se habrían registrado entre cuatro y cinco víctimas.

«Esto es para lo que las tropas se han preparado y han sido diseñadas: para luchar en áreas densamente habitadas», subrayaban los mandos militares en referencia al entrenamiento que, durante todo el pasado año, las fuerzas de tierra que se preparaban para la incursión han recibido utilizando «modelos de lo que es Gaza construidos para ellos». «Hay algunos que son réplicas de las afueras de las ciudades, los mercados de la kasbah y los superpoblados campos de refugiados», añadían, confirmando el largo tiempo que Israel ha estado delineando hasta el último detalle la caza de Hamás en la Franja que lleva a cabo. Cualquier cosa menos repetir el fracaso militar de 2006 en Líbano. «El Ejército no tiene intención de quedarse quieto, sino de estar en constante movimiento entre Yabalia y las áreas de lanzamiento entre Beit Hanun y Beit Lahiya, y sin necesidad de entrar en las zonas residenciales hasta que los terroristas lo quieran», describía una fuente de seguridad al diario israelí 'Ma'ariv'.

La premeditada ofensiva en Gaza, supuestamente quirúrgica, dejaba ayer ya antes de la caída de la noche veintitrés nuevos muertos palestinos, todos civiles. Entre ellos, siete miembros de una misma familia que morían en su casa de Shati por el disparo de un proyectil lanzado por un buque desde el Mediterráneo, a los que se sumaban otras trece personas del mismo clan, que fallecían cuando un tanque desplomó su vivienda en Zeitun. En la Franja, Israel ha acabado ya con la vida de más de quinientos hombres, mujeres y niños. En Israel han muerto cinco civiles y un militar.

Los soldados de a pie instruidos para la guerrilla -que desde la tarde del sábado cercaban estrechamente la Ciudad de Gaza velando armas- emprendían ayer la operación de lucha cara a cara con los milicianos allí donde los carros de combate y la aviación ya habían hecho su trabajo durante los últimos diez días: aniquilar almacenes de explosivos, búnqueres, túneles, laboratorios y a los armados de Hamás y los grupos aliados. La misión que arrancaba anoche era escarbar en cada rincón y en cada casa en la búsqueda de los «terroristas e infraestructura» que habían escapado al fragor de las máquinas de guerra. El riesgo para Israel, las emboscadas.

Pulverizados

El domingo, en la reunión del Gabinete de Seguridad celebrada para supervisar la marcha de esta operación 'Plomo Sólido', los ministros israelíes ya fueron informados de que los lugares desde donde la semana anterior habían sido lanzados 220 de los 300 cohetes registrados habían sido literalmente pulverizados. El Ejército reconocía, no obstante, la tenacidad de Hamás y su determinación a no rendirse. Tanto es así, que ayer se confirmaba el intento por parte de los milicianos de secuestrar el sábado a un soldado de la Brigada Golani, al que intentaron arrastrar a la fuerza hacia un túnel excavado en el interior de la casa de un líder del movimiento que su compañía había asaltado.

Los combatientes islamistas llevaban todo el fin de semana apostados en las esquinas, pertrechados con fusilería y lanzagrandas RPG, el momento de medirse frente a frente con la infantería judía. «Aplastadlos», ordenaba en unas declaraciones a la televisión Al-Aqsa de Hamás el más radical de sus jefes, Mahmmud al-Zahar, desde hace semanas en paradero desconocido. «Israel -espoleaba- ha legitimado el asesinato de sus niños matando a los nuestros, el asesinato de su gente en cualquier punto del mundo asesinando a la nuestra».