LO QUE YO LE DIGA

También sangran

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Usted y yo sabemos que la guerra es una situación menos que deseable. Hasta forma parte de esa panda de gamberros nada recomendables que se hacen llamar los Jinetes del Apocalipsis -que es el fin del mundo y no una vaca que da poca leche-. Hace ya más de una semana que Israel comenzó a bombardear múltiples localizaciones de la franja de Gaza, un territorio que dejó en manos palestinas hace varios años tras cerca de 40 de ocupación; y el pasado sábado, las tropas hebreas invadieron de nuevo este territorio. Muy dolorosas son las imágenes que cada día nos muestran con crudeza los horrores de la guerra, que separa la vida del cuerpo de las personas. Cadáveres de niños amontonados en las morgues para aprovechar el espacio de las cámaras. No hay forma de sustraerse a tanto dolor. El paso siguiente son los golpes de pecho.

Todo Occidente (salvo los EE UU) pide un alto el fuego a Israel, al igual que todo el orbe islámico. Usted suele advertir de los peligros de ese nuevo antisemitismo que crece en Europa alentado por esos progres estacionales que consideran magnífico ser musulmán, pero a los que resulta molesto el judaísmo y el cristianismo. Sin embargo, son precisamente las naciones de mayoría cristiana e Israel las que tienen bien aprendida la lección de que la religión debe estar alejada de los poderes del Estado. Muy difícilmente se puede llevar la democracia y los valores que ésta encarna a una sociedad que no ha asimilado la Revolución Francesa. Los días pares y también los impares, sean primos o no, los milicianos de Hamás sueltan cohetazos sobre territorio hebreo. ¿Por qué, entonces, existe ese empeño en negar a Israel el derecho a defenderse? ¿Acaso no sangra el hebreo cuando lo hieren, como escribió Shakespeare? Lo peor es que la guerra radicaliza las posturas.

El palestino moderado abandonará la idea de la convivencia pacífica y se unirá a Hamás. Atacará. Y, de nuevo, Israel tendrá que defenderse de los que quieren tirar a sus ciudadanos al mar.