LA CASAPUERTA

Noche mágica

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Esta noche es la primera noche mágica del año. La noche más inocente de todas. Nuestros pequeños esperan ansiosos e ilusionados la llegada de la gran Cabalgata, donde en las carrozas van los regalos que ellos han elegido previamente con su carta entregada al Cartero Real. Correo seguro de los Reyes Magos que, una a una, las leerá detenidamente y a cada niño le llevará hasta su casa lo que ha pedido, haya sido bueno o simplemente traviesillo. No sé exactamente si es una fábula. Un hermoso cuento o una vieja historia que arranca de muchos siglos atrás. El asunto es: sin más vuelta de hoja, que la noche de los Reyes Magos para todos los niños españoles es una noche mágica, de ilusión, de fantasías, de risas sin adulterar, de ternura sin igual. Y de verdad, que merece la pena rendirse al encanto de la leyenda por lo felices que hace a nuestros más pequeños. Al niño no le importa, ni le interesa tampoco, si es una costumbre cristiana. Que no eran tres los Reyes. Que todos no iban en camellos. Que la Estrella de Oriente, dicen, era el cometa Halley. Su mente está fabricada para la ilusión, para la fantasía, para lo noble y lo puro. No se sabe siquiera si es bueno o travesillo. Sólo sabe que hay que escribir una carta a los Reyes que viven en el Cielo, y pedirles muchos juguetes; cuantos más, mejor. A las seis de la mañana, como angelitos inquietos, abren los ojos de par en par y con sus expectantes pupilas recorren la habitación buscando ansiosos y nerviosos lo que le ha dejado su rey. Cuando lo descubre, a sus padres se les caen dos lágrimas de felicidad y sentimiento. ¿Tiene precio eso! Cuando sea mayor tendrá tiempo de ver y de saber... Pero ésta es su noche mágica. Que nadie la enturbie. Porque en sus risas y en sus sueños están depositadas nuestras esperanzas. ¿Felices Magos, pequeños!