Ruibal llega de Oriente al Hotel Utopía
Actualizado: GuardarCualquiera que escuche su música, le identificará de inmediato con los magos. Además, Javier Ruibal acaba de volver de Oriente: junto con la Asociación de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género, se ha paseado por Palestina en vísperas de los sangrientos bombardeos israelíes cuyo saldo de muertes se aproxima ya al medio millar.
Esta noche actuará en el hotel Utopía de Benalup-Casas Viejas, sobre el mismo escenario que ya ha recibido con éxito a otros artistas: el último de ellos, Mikel Erentxu. Previsiblemente, Ruibal incorporará a su repertorio algunas canciones nuevas, como 11 de abril -el relato de un desamor que no quiso serlo-, El niño del Serenghetti -una fábula propia de días como estos, es decir, de todos los días¯y otra que habla del poder de la luna y de las relaciones humanas, desde China hasta Argelia.
Pero sobre todo, traerá el testimonio y la experiencia de lo vivido en Oriente Próximo. Ruibal actuó en Nochebuena frente a la Basílica de la Natividad de Belén, dentro de una gira organizada por la Asociación de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género que no pudo rendir viaje en Tel Aviv, tal como se encontraba previsto porque ese día se inició el brutal ataque israelí sobre la franja de Gaza. Así que no pudieron sumar fuerzas con David Broza y Noa, que parecían dispuestos a respaldar esta iniciativa solidaria. Lo único que pudieron hacer fue «volver a Belén, al hospital de Beil Jala y dar sangre para los heridos», según refería Ruibal.
Luego, vendría una larga vigilia nocturna como muestra de dolor por la violencia que volvía a recrudecerse en los alrededores. Atrás, quedaba un itinerario sentimental y político que les había llevado por Jericó, Hebrón, Nablús o Ramalah. Junto a la iglesia de la Natividad, en ese momento, se encendían velas y se entonaban cantos, mientras que se dibujaban círculos o figuras humanas con la palabra paz. 186 personas se habían movilizado por parte de la asociación que preside Cristina del Valle y que, junto con Ruibal, llevó a tierras palestinas a artistas como Vicky Luna, Edu Soto, Paloma del Sol, Cristina Narea, Belen y Greta. Hasta el momento en que la maquinaria militar israelí aplastó con sangre la ruptura de la tregua decidida por Hamás, el principal propósito de los conciertos era el de exigir la liberación de las 76 mujeres palestinas que están encarceladas en Israel en condiciones infrahumanas, según los datos de un informe sobre su situación que ha elaborado esta asociación y que refiere como las presas carecen de asistencia médica y «paren atadas de pies y manos». El principal mensaje que llevaron a sus conciertos se centraba en la mujer como víctima de cualquier conflicto: En medio de los fuegos, siempre ellas, Al lado del que llora, «Las madres, las hermanas, las hijas, las invisibles...la violencia contra las mujeres se llama ocupación», se repite en un spot publicitario al que prestaron su voz actores y actrices como Imanol Arias, Verónica Forqué, Silvia Marsó y Paca Gabaldón, entre otras. Incluso llegaron a feminizar como La canción de la mora judía, un himno intimista de Jorge Drexler sobre el aparentemente eterno enfrentamiento en la región.
Quizá de todo ello, entre náufragos del Sáhara y bailarinas turcas que pisan en París la soberbia de occidente, hable Javier Ruibal durante su concierto del domingo en Benalup.