EL TRANVÍA

El ejemplo de una joven llamada Rocío Vázquez

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Lo cierto es que no ha sido una semana prolija en noticias en Jerez. Al menos relevantes. Los últimos días han estado marcados por los festejos navideños, la celebración de Fin de Año -que afortunadamente se saldó sin incidentes graves en la ciudad- y un par de proyectos públicos de cierta envergadura, impulsados en ambos casos desde la Administración local. Me refiero al plan para la promoción del turismo ecuestre, que pretende la implicación también de empresas vinculadas al sector, y, sobre todo, la reurbanización de Ronda Muleros. Este último es un proyecto largamente esperado y que solucionará de golpe -o al menos eso se espera- un déficit en las conexiones entre dos importantes zonas de Jerez: la Zona Sur y el centro histórico.

Podría extenderme también en la actualidad del Xerez, un club que sí parece empeñado en seguir dando de qué hablar semana tras semana. Ésta, sin embargo, no ha sido por líos institucionales, aunque mucho me temo en que no tardarán en llegar, especialmente cuando el Ayuntamiento de esta bendita ciudad haga oficial que no renovará la subvención económica a la entidad y que el convenio de colaboración correspondiente se ceñirá a otras contraprestaciones que habrá que ver si son del agrado de la junta directiva presidida ahora por Joaquín Bilbao.

Y habrá que ver si el equipo sigue con la racha de resultados y ofreciendo en 2009 el juego que nos regaló durante buena parte de 2008. Y si el sueño del ascenso se queda en un imposible o, por el contrario, se mantiene vivo hasta final de temporada. Supongo que de eso podría depender también, al menos en parte, la renovación de Pedro Ríos, estilete del equipo y un jugador que ha demostrado sobradamente que hay fútbol de muchos kilates en sus botas. No debería sorprender, por lo tanto, que acabase cogiendo las maletas para viajar a una ciudad en la que le puedan ofrecer lo que quiere, que supongo que será más dinero y un proyecto deportivo más ambicioso.

La actualidad local, ya digo, ha dado para poco más. Pero no puedo resistirme a aprovechar la ocasión para destacar la figura de una joven jerezana que ha vuelto a ser noticia esta semana, en este caso por un suceso triste. Se trata de Rocío Vázquez, que perdió un ojo por el impacto de un petardo en el Fin de Año pasado; es decir, hace poco más de un año.

Impacta su testimonio. Sobre todo por su entereza y el optimismo y la resignación con los que afronta su futuro. Asegura que Dios le ha dado la vida de nuevo y que con eso tiene «suficiente». Reconoce, eso sí, que es consciente de que será complicado que le den un trabajo, «porque hoy en día todos quieren una cara bonita». Cruda y triste realidad.

Pero ella no pierde el optimismo, ni mucho menos. Sigue viéndole el lado bueno a la vida. Es joven, tiene 25 años y un hijo que posiblemente le obligue a ello, a pesar de los 350 puntos que tiene en el rostro, las intervenciones quirúrgicas sufridas y los tratamientos a los que tiene que seguir sometiéndose.

Empatizar con las desgracias ajenas produce en ocasiones un efecto balsámico, que en este caso darse cuenta de que resultaría absurdo quejarse por cómo se porta la vida con uno. Más que absurdo, una grosería. Y uno aprende que hay que vivirla como viene, sin perder el tiempo o agobiarse por problemas menores, y que hay realmente pocas cosas importantes por las que merece la pena preocuparse de verdad. Rocío Vázquez estoy seguro que lo sabe mejor que nadie.

Espero que siga sonriendo durante todo el año 2009. Que el recuerdo de lo que le pasó en la Nochevieja pasada se vaya difuminando poco a poco en su memoria y que su ejemplo sirva a muchos. Sobre todo para que los cafres que gustan de hacer el paria con los petardos dejen de hacerlo. Sólo entonces habrá merecido la pena, aunque sea mínimamente, lo que ha sufrido Rocío Vázquez.

wjamison@lavozdigital.es