La soldado England justifica las torturas en el penal de Abú Ghraib
La joven, que ha cumplido su condena, dice en una entrevista que estas cosas «pasan en la guerra»
Actualizado:Hace cuatro años, la imagen de la joven soldado posando sonriente para la foto junto a presos iraquíes torturados conmovió al mundo. Hoy Lynndie, con 26, reside en una caravana junto a su familia en Fort Sabih (Virginia Occidental), su localidad natal. Busca trabajo, de momento sin éxito, pues en las empresas locales no contratan a ex convictos, y se encuentra bajo tratamiento de antidepresivos. Hace ya dos años que salió de la cárcel, donde cumplió la mitad de sus tres años de condena por maltrato de prisioneros en Abú Ghraib. Tiene un hijo, fruto de la relación con el oficial Charles Garner, quien todavía continúa entre rejas. La extensa entrevista a la ex soldado en el suplemento del periódico británico The Guardian explica por qué Lynndie England fue bautizada como hija de la América profunda.
«Eran los enemigos, no quiero decir que merezcan el trato que les dimos, pero ...-balbucea Lyndiee- estas cosas pasan en las guerras. Lo que ocurrió es que los hechos fueron fotografiados y salieron a la luz. Por supuesto, mucha gente dice que si nos hubiéramos callado o los hubiéramos matado, no habría habido ningún problema». El abogado de la joven, quien la acompaña durante la entrevista, refuerza las palabras de Lyndiee: «Estás en una guerra, y tú perteneces al bando de los buenos y ellos al de los malos, y así es cómo la mayoría de estadounidenses ven el mundo».
Según relata The Guardian, en el transcurso de la entrevista, que se desarrolla en un bar local de Fort Sabih, un vecino se acerca tambaleándose desde la barra hacia Lyndiee y vocifera: «¿Bien hecho, muy bien hecho, cuando estabas en Abú Ghraib tenías que habérselos cortado a todos», mientras hace un gesto de castración con los dedos, a lo que la joven responde con una torpe sonrisa: «Mierda, no... gracias». El abogado de la ex soldado a su vez asegura al periodista: «Esto aquí ocurre todos los días, quiero que aparezca en el artículo».
Lyndiee fue diagnosticada de niña con «mutismo selectivo», tenía dificultades para el aprendizaje. Pese a ello consiguió acabar los estudios de secundaria junto con el resto de los compañeros de instituto. Un antiguo profesor aseguró que sólo había una palabra que describiera su presencia en la clase: invisibilidad. En su primer empleo fue cajera de supermercado, y luego entró a trabajar en una fábrica avícola local. Se encargaba de extraer las vísceras a los pollos, «quitarles las plumas, y limpiarlos, todo ello manualmente». «Era muy buena en este trabajo», comenta Lyndiee con orgullo. «Es muy visual, tienes que buscar magulladuras, plumas o sangre, yo era muy buena con el trabajo visual», argumenta.
«Muy inocente»
Sobre el tiempo transcurrido en Irak afirma: «Me he dado cuenta de que entonces era muy inocente, confiada». Si posó para las fotografías junto a los iraquíes torturados, no fue por voluntad propia -dice- sino influenciada por el oficial Charles Garner, con quien mantenía una relación sentimental. «No quería aparecer en las fotos, pero él insistió, me dijo: 'hazlo por mí, si me quisieras lo harías', y yo acepté y le dije que hiciera las malditas fotos». Lyndiee también asegura que aunque sólo fueron juzgados siete soldados por las torturas a prisioneros, había muchos otros detrás de las fotografías. Pero ella no desveló sus nombres. «En la guerra no delatas a tus compañeros, nosotros no delatamos a nadie».