Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
déjame que te cuente

Contar cuentos

JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRERO
Actualizado:

Al comienzo de este nuevo año, además de expresarles mis hondos deseos de bienestar y mis propósitos sinceros de colaborar para que alcancemos esa felicidad que construimos día a día, persona a persona, palabra a palabra y sonrisa a sonrisa, me atrevo a aceptar el reto que me han lanzado esos lectores amigos que, conocedores de mi ingenuidad y de mi atrevimiento, me sugieren que escriba estos comentarios de opinión empleando el género tan ameno, tan eficaz y tan difícil como es el de la ficción narrativa.

Soy consciente de que inventar cuentos, contarlos de manera sencilla e interesante y, además, lograr que transmitan algún mensaje de actualidad es un trabajo bastante más arduo que el de formular principios abstractos ya que supone la arriesgada tarea de elaborar unos análisis críticos de episodios reales.

Se me ocurre que, sin preocuparme del nombre que le demos -me da igual que le llamemos «artículo ficcionalizado» o «ficción periodística»- podría seguir, a distancia, los modelos de los pensadores clásicos y las huellas de algunos autores tan actuales y acreditados como, por ejemplo, Luis Mateo Díez o Manuel Vicent. Podría ser nuestro homenaje a los artículos -aldabonazos a la vida pública española- que escribió Mariano José de Larra -el santo laico de los periodistas españoles- de cuyo nacimiento celebraremos el segundo centenario el próximo 24 de marzo ("http://es.wikipedia.org/wiki/24_de_ marzo").

Parto del supuesto de que los cuentos, por muy ingenuos que a simple vista parezcan, encierran y transmiten ideas, y que éstas remiten, casi siempre, a un determinado concepto de la realidad humana. Estos relatos -además de ofrecernos la oportunidad de usar las palabras que empleamos en nuestras conversaciones cotidianas- podríamos elaborarlos con trozos de episodios actuales y, además, reflejar en ellos los conceptos y los juicios que, en nuestras conversaciones cotidianas, formulamos de manera casi inevitable. Ya les he explicado mi convicción de que la literatura es una lectura profunda de la vida y de que la vida, si la vivimos de una manera intensa, constituye una manera de hacer literatura. Creemos que la literatura se debe impregnar de esa realidad compleja que es la vida humana.

La base y el horizonte, el punto de partida y la meta de estos artículos podría ser la averiguación del sentido que le damos a la vida y la investigación -sencilla y clara- sobre el significado de nuestra existencia humana. No perdamos de vista que la vida real se orienta de forma consciente o inconsciente por las fantasías, de la misma manera que las aventuras imaginarias beben en las sensaciones, en las emociones y en las ideas que tienen su origen en los episodios de nuestros quehaceres cotidianos.

El arte literario reside, más que en las palabras, en la manera de observar la naturaleza humana, en la forma crítica, ingeniosa e incisiva, de contemplar los comportamientos de los seres que nos rodean; en la lucidez con la que cuestionemos las convenciones trasnochadas que la inercia de los usos y de las prácticas sociales nos hacen pasar por naturales y por eternas. Vamos a ver si somos capaces de escribir sobre las pasiones vividas, sobre aquellos asuntos y de aquella manera que nos permitan mirarnos con tranquilidad en el espejo de nuestra propia conciencia. Escribir es poner en cuestión la realidad, esa realidad menuda y cambiante de nuestra vida en Cádiz a la que procuraré referirme en estos comentarios semanales.