Autonómicas nacionales
Actualizado: Guardara coincidencia en la convocatoria de las elecciones autonómicas gallegas y vascas para el próximo 1 de marzo fija la fecha de dos de los comicios que, junto a las elecciones al Parlamento Europeo, servirán para fotografiar el pulso político que mantienen PSOE y PP, pero también para evaluar la situación por la que atraviesan las demás formaciones del arco parlamentario español. Los dos grandes partidos nacionales tienden a afrontar cada liza autonómica con un discurso ambivalente, subrayando la relevancia de un eventual éxito en las urnas al tiempo que minimizan las consecuencias de un posible revés. Pero el doble escrutinio del 1 de marzo constituirá un veredicto imposible de eludir si una de las dos formaciones fracasase en ambos escenarios autonómicos. Por ello socialistas y populares se ven abocados más a evitar la derrota que a asegurarse una victoria que siempre corre el riesgo de resultar deslucida. Una actitud que podría volverse en contra de sus respectivas aspiraciones si acaba situando el tono de la confrontación partidaria incluso por debajo de la tensión que vienen proyectando en lo que llevamos de legislatura. De ello dependerán también las expectativas que albergan los demás partidos. Los resultados que obtenga Izquierda Unida constituirán una primera instantánea del momento por el que atraviesan sus bases más activas después de que haya pasado a ser liderada por el PCE. Los votos que coseche UPyD en el País Vasco -aunque también en Galicia- serán un indicio de la sombra que a nivel social puede estar proyectando el partido de Rosa Díez respecto a populares y socialistas. El panorama que refleje el nacionalismo vasco ante la más que probable imposibilidad de la izquierda abertzale para concurrir a las urnas y, en definitiva, la continuidad o no del ibarrechismo condicionando la política vasca representa una incógnita de alcance para el conjunto de la política española, dado que un resultado negativo para las tesis más soberanistas en el seno del PNV tendría repercusiones especialmente en la tradicional disyuntiva en que se mueve el nacionalismo catalán. De los comicios gallegos cabe esperar una lección democrática, válida para la política nacional. Que ninguna formación requiera necesariamente obtener la mayoría absoluta para gobernar; tampoco el PP.