MUNDO

Los 49 españoles residentes en la franja de Gaza se resisten a dejar sus hogares

Sin asomo de alegría, rusos, ucranianos, moldavos o turcos, -en su mayoría menores con sus madres, que dejan en la zona a sus maridos-, salían ayer de la franja de Gaza por el cruce de Erez con el drama en la cara. La previsión era que fueran 443, y el temor es que tras esta evacuación, Israel lance sobre Gaza sus tanques sin riesgo de llevarse por delante a un extranjero. Pero a pesar de la amenaza, muchos de los que estaban apuntados en la lista para poder huir, ni siquiera acudieron de madrugada a los autobuses que les desplazaban a la frontera.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La pesadilla de no poder regresar jamás quita las ganas de salir de Gaza. Caso que argumenta el médico Usama Said Aklouk, cuya familia podría volver a España porque su primera hija nació en Málaga, donde él estudió.

De los 49 residentes en la franja con pasaporte español, sólo tres han pedido la evacuación: la sevillana María Velasco, casada con un palestino, su hijo de dos años y su hija Halima, de 24. Ayer se quedaron con las maletas hechas, porque, -a pesar de los esfuerzos de las embajadas españolas en Ammán y en Tel Aviv y el Consulado General en Jerusalén-, el Gobierno de Israel todavía no autorizó su viaje al exterior, solicitado hace un mes. «Lo normal es que Israel ni conteste, pero seguimos trabajando y esperamos sacarles el domingo», explicó una portavoz oficial. En tanto, Halima asegura por teléfono que el niño se les muere de frío.

Bajo tierra

«Llevábamos tres días viviendo en el garaje, bajo tierra, por miedo a las bombas y porque las explosiones han roto todos los cristales de mi casa y no podíamos soportar el frío..., no hay electricidad». Ala el-Atawne, de origen ucraniano y vecina de Gaza desde su matrimonio con un palestino en 1997, eran junto a sus cuatro hijos una de los 270 civiles con pasaporte extranjero que pudieron salir.

A los palestinos, -incluso a los de adopción-, les cuesta dejar la tierra. Y con ella sus casas y a sus mayores. Sobre todo, cuando nada garantiza que vayan a volver a verlos. Israel no les pondrá fácil el regreso. De hecho, la expedición abandonó ayer Erez para llegar por carretera hasta Jordania, sin pisar nunca suelo judío. «Aunque tengan doble pasaporte, para Israel son palestinos, y ni siquiera pueden usar el aeropuerto de Tel Aviv», señalaba una fuente diplomática europea.