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La victoria del pueblo uniformado
El 31 de diciembre de 1958, muchos habaneros cumplían la consigna transmitida por los rebeldes: 03C -cero club, cero cine, cero cabaré-. Ellos seguían estrechando el cerco de Villa Clara, Camagüey y Santiago de Cuba. Mientras, Fulgencio Batista, que citó a unas cincuenta personas para despedir el año en su residencia militar del Campamento Columbia, renunciaba a la presidencia y se marchaba hacia la República Dominicana.
Actualizado: GuardarPero la salida de Batista tenía truco: pactó con los militares el abandono del poder para que de esa manera se mantuviera una junta militar afín, con Carlos Piedra como presidente y el general Eulogio Campillo al frente de las Fuerzas Armadas. Este militar ya se había entrevistado con Fidel Castro para hacer un llamamiento conjunto a la nación anunciando el triunfo de los revolucionarios e invitando a todas las guarniciones militares a deponer las armas. Sin embargo, a las 7.30 del primero de enero de 1959, Fidel no sabía nada de lo que había pasado en la capital.
Pero pronto llegaron los rumores de la huida de Batista y del nombramiento de otro presidente. «Fidel se retorcía los pelos de la barba y hacía esfuerzos para contenerse. En esos instantes, habría unas doce o trece personas en la casa con él. Por fin, como en un desahogo, dijo en voz alta: '¿Es una cobarde traición! ¿Pretenden escamotearle el triunfo a la revolución!'», relataba la revista 'Bohemia'. A continuación, dio la orden de «asaltar Santiago sin más demora. Si son tan ingenuos que creen que con un golpe de Estado van a paralizar la revolución vamos a demostrarles que están equivocados».
Desfile rebelde
Por la tarde se produjo una reunión entre Fidel Castro y el coronel Rego Rubido, jefe del Mando Militar de Oriente, quien se rindió. Según el diario 'Granma', casi a esa misma hora, el comandante Raúl Castro entraba en el cuartel Moncada. Y el Ejército rebelde comenzó a desfilar por las angostas calles de Santiago, atestadas de gente que los recibía jubilosa.
Desde el balcón del Ayuntamiento, Fidel Castro pronunció el primer discurso de la victoria. «Al fin hemos llegado a Santiago. Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado. La revolución empieza ahora, no será una empresa fácil, sino dura y llena de peligros».
La caravana de la victoria entraba en La Habana siete días después. De inmediato, se formó el Gobierno Provisional Revolucionario que elige presidente a Manuel Urrutia. Pero las divergencias no se hicieron esperar. Se desintegran el Congreso y los partidos tradicionales y en febrero Fidel, jefe del Ejército rebelde -«el pueblo uniformado», según Camilo Cienfuegos-, asume el cargo de primer ministro. Se fuerza la renuncia de Urrutia y se nombra presidente a Osvaldo Dorticós.