Magia en las manos
Nos detenemos a observar los caballos, que son los protagonistas de la sorprendente obra del pintor José Antonio Rodríguez
Actualizado: GuardarJosé Antonio Rodríguez tiene magia en sus manos. Una magia extraña que se transmite a los pinceles con escrupulosa exactitud. Su estudio de pintura está lleno de caballos con vida que parecen salirse de los cuadros. Es como una inmortalización pictórica de estos bellos animales en su medio natural. Como un instante melífluo que capta el instante, el giro, la agresividad o el suave latido de una mañana sin fondo. Sus caballos no son abstractos, tienen fundamento, aunque estén retratados sobre fondos blanquecinos. Como Velázquez pintó al Conde-Duque de Olivares montado en un caballo español, José Antonio Rodríguez pinta caballos con personalidad propia. Es decir, llegan a transmitir sentimientos. Reales en la vida y reales en sus cuadros. «Muchos dicen que es hiperrealismo. Yo, sin embargo, creo que trato de plasmar movimientos», comenta el pintor. No le da más vueltas a su obra.
Vive retirado del mundanal ruido. Su casa da la cara a la serranía y desde su estudio sólo podemos observar el campo virgen. Nadie sabe si la inspiración llega en lugares apartados o en sitios frecuentados por personas. Lo que José Antonio Rodríguez tiene claro es que «te tiene que coger trabajando», como dijo alguna vez Picasso. Por eso, el pintor está entre pinceles y óleos cuando el reloj marca las ocho de la mañana. A enfrentarse con la vida y con los pinceles. Nacido en San José del Valle, lleva seis años en Jerez. Ha tardado, más o menos, unos cuarenta años para situarse en la vida. Mientras, estuvo de la ceca a la meca. Vendiendo por aquí, por allá, o manteniendo mil negocios sin gracia. Pero ha merecido la pena. de pronto, un día llegó la hora de dar el salto y entregarse a lo que verdaderamente estaba destinado. «No me considero un artista. Soy una persona muy sencilla, muy simple. Pinto mis cuadros y trato de venderlos. Eso es todo», comenta mientras saborea una buena copa de oloroso.
Sus motivos los caballos. Las musculaturas, los brillos de las yeguas enganchadas en una cobra, el vigor de una alazana que se resiste a tomar el bocado o el bello beso de una hembra a otra en los lomos lustrosos. Motivos muy camperos y muy reales. Los nombres de sus cuadros vuelve de nuevo a dotarlos de elementos relativos a las personas. Orgullo, asombro, curiosidad o cadencia. Adjetivos que retratan sus caballos y también retratan al hombre.
Su obra está expuesta en www.cuadrosdecaballos.com. Por si hay algún interesado. Dicen que hubo un hombre, una vez, que susurraba a los caballos. Llegó a tener un diálogo propio con los animales. José Antonio Rodríguez tiene algo de esta magia. Sin embargo, en su obra, los que susurran verdadero arte son sus pinceles. Manejados por su mano mágica, claro.