El Rey pide a los españoles que «tiren juntos del carro» para superar la crisis
Don Juan Carlos reclama «reglas internacionales más eficaces» para reforzar la supervisión y transparencia del sistema financiero
Actualizado:El Rey pidió ayer la unidad de las fuerzas políticas y sociales para actuar «con realismo, rigor, ética y esfuerzo» frente a la crisis económica, e instó al conjunto de los españoles a «tirar del carro en la misma dirección» para recuperar cuanto antes la senda del crecimiento económico.
Don Juan Carlos centró en la «seria crisis que estamos viviendo» su mensaje de Navidad, difundido a las 21 horas del miércoles, y expresó su preocupación por los efectos que las turbulencias financieras causan en los sectores más débiles de la sociedad, sobre todo en las personas que han perdido su empleo, los jóvenes que no encuentran trabajo y «cuantos ven amenazados o truncados sus proyectos y aspiraciones».
El Monarca reclamó «el concurso y el empeño del conjunto de nuestras fuerzas políticas, económicas y sociales» porque «juntos podremos vencer problemas y dificultades, si actuamos con realismo, rigor, ética y mucho esfuerzo, anteponiendo siempre el interés general sobre el particular, buscando acuerdos y soluciones con generosidad, responsabilidad y amplitud de miras».
El Rey hizo extensivo su llamamiento a todos los ciudadanos, a los que animó a aportar «su grano de arena» para superar las dificultades, abrir una perspectiva de recuperación y un horizonte de seguridad tanto para los operadores económicos como para los trabajadores y consumidores. «Despleguemos con inteligencia y tesón nuestra bien probada capacidad de superación, tirando del carro en la misma dirección», reclamó.
Al mismo tiempo, defendió la adopción de «reglas internacionales más eficaces» para reforzar la supervisión y transparencia del sistema financiero.
«No hay recetas mágicas -admitió-. Para volver a crecer de forma sostenible necesitamos más eficiencia y competitividad, más innovación tecnológica, y elevar la educación y preparación de nuestros jóvenes».
El carácter global de la crisis llevó a don Juan Carlos a resaltar la importancia del papel internacional de España y reclamar a los responsables políticos una acción exterior «lo más consensuada y coordinada posible» para fortalecer la posición del país, preparar el semestre de presidencia española de la Unión Europea en 2010, dar un nuevo impulso a las relaciones con Estados Unidos e intensificar los vínculos con Iberoamérica y el Mediterráneo, así como la proyección en África y Asia.
El discurso navideño del Rey tuvo una mención especial al trigésimo aniversario de la Constitución que, recordó, fue construida «sobre la concordia, el respeto mutuo y la tolerancia» y que «recoge las mejores conquistas de toda democracia avanzada, articula nuestra diversidad territorial, y asegura nuestra estabilidad y progreso».
«Sus reglas, valores y principios son hoy nuestra principal fuente de fortaleza», añadió tras recordar que las tres décadas de vigencia de la carta magna han coincidido con los años «de mayor progreso y modernización en nuestra Historia».
«Estos treinta años deben servirnos no sólo para felicitarnos por lo mucho conseguido, sino sobre todo para llenarnos de energía y de confianza en nuestra capacidad de presente y de futuro para seguir avanzando como gran nación», resaltó el Monarca.
Como en años anteriores, dedicó un recuerdo especial a los miembros de las Fuerzas Armadas que perdieron la vida en misiones internacionales.
Sus últimas palabras fueron una apelación al optimismo y una petición de confianza en las instituciones, en la capacidad de empresarios y trabajadores, en el empuje de los jóvenes y en la fuerza creativa de la cultura y la investigación científica.
«No es tiempo para el desánimo. Hemos logrado salir adelante con fuerza de otros periodos complejos y reemprender el camino aún con mayor dinamismo», recordó el Monarca.
«Tenemos pues sobradas razones para creer en nosotros mismos, para sentirnos satisfechos de lo que somos, de nuestros esfuerzos, de muchas realizaciones y nuevos éxitos, incluidos los deportivos tan abundantes en este 2008», concluyó el Rey, que formuló su «más firme compromiso de seguir sirviendo con la mayor ilusión y dedicación a España». «Estoy convencido de que, con unidad, voluntad y determinación, el final del terrorismo estará cada vez más cerca». La violencia, la crisis económica y el trigésimo aniversario de la Constitución fueron los tres puntos que articularon el mensaje navideño del Rey.
De manera intencionada, don Juan Carlos abordó el tema del terrorismo a continuación de su glosa sobre los treinta años de Constitución, lo que le permitió el optimista pronóstico que realizó sobre el fin de una lacra que ha tenido de sangre esas tres décadas.
«Nuestros derechos y libertades, empezando por la vida, no pueden ser violados por profesionales del terror, por lo que debemos seguir luchando para derrotar al terrorismo», proclamó el monarca.
El fin del terrorismo es, para el Rey, «un objetivo inaplazable que, desde la debida unidad entre todos los demócratas, requiere seguir aplicando todos los instrumentos del Estado de Derecho y una eficiente cooperación internacional».
Agradeció por eso la dedicación y el esfuerzo de los miembros de las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado, así como de las autoridades policiales y judiciales, tanto españolas como francesas, «por los importantes éxitos alcanzados este año que tanto nos estimulan», afirmó el Rey.
No olvidó don Juan Carlos un recuerdo para las víctimas del terrorismo -«vienen especialmente a mi memoria en estas fechas navideñas los nombres de todas y cada una» de ellas, precisó- y sus familiares, de los que señaló que «están marcados por un dolor que en estas horas siempre rebrota con profundidad e indignación».
«Me siento muy cerca de sus corazones en el respeto y apoyo que bien merecen, así como en el permanente y emocionado homenaje a sus seres queridos», concluyó don Juan Carlos su mensaje.
El Rey respetó otra de las tradiciones de sus mensajes navideños, el recuerdo a algunos colectivos que sufren problemas «que a todos nos incumben», como la discapacidad, las graves enfermedades, la drogadicción, la violencia de género o los accidentes de tráfico.
El Rey hizo un llamamiento «para que no dejemos de dedicarles los mayores desvelos», así como a defender los derechos humanos, la dignidad y la igualdad de las personas «sin discriminación por ideología, raza, creencias o sexo».