ESTRELLA. Johansson se ha puesto a las órdenes de Miller. / AP
SCARLETT JOHANSSON ACTRIZ

«Siempre estoy copiando comportamientos de los humanos»

La actriz da vida a la pérfida Silken Floss en 'The Spirit', de Frank Miller Xxx

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La cita esta vez es en Nueva York, en el emblemático hotel Waldorf Astoria. Scarlett Johansson llega de Los Ángeles, una ciudad donde la vida gira en torno a la industria de Hollywood, algo que no es del agrado de la actriz. Considerada como la heredera de Marilyn Monroe a Scarlett le gusta explotar esa etiqueta de lolita que la prensa especializada le ha colgado, aunque no oculta su ambición de abrirse a otros papeles menos sexys. Aspira a ser una intérprete versátil, todoterreno. Será más adelante. Ahora vuelve a explotar sus curvas como Silken Floss, secuaz del archivillano Octopus (Samuel L. Jackson) en The Spirit, dirigida por Frank Miller. El dibujante de Sin City y de 300 adapta aquí el cómic homónimo del maestro Will Eisner. En el tránsito de la viñeta al celuloide el papel de Johansson ha sufrido retoques para acentuar su lado más oscuro.

-¿Qué sintió al encarnar a esta mujer fatal en el cine?

-Fue divertido interpretar a Silken Floss. Es un personaje consciente de su sexualidad y la utiliza cuando lo considera adecuado para su propio beneficio. Está siempre pendiente del negocio y sabe cómo sacar jugo a los disfraces y al maquillaje. Parece una mujer fatal pero, en realidad, no tiene a los hombres agarrados, ése es más el papel de Eva (Mendes).

-Frank Miller dijo que ha moldeado este personaje de mujer fatal especialmente para usted.

-Sí. Es un honor, la verdad. Es una mujer en el sentido que es bella y fatal pero no manipula a los hombres en este filme. Engaña a Spirit, el héroe, pero no es una mala persona. Vive en una zona gris, ambigua.

-¿Suele leer cómics?

-Jamás he sido fanática de los cómics, me parece un mundo muy exclusivo. De niña me gustaban los tebeos de Archie, sus historias y como fluía la historia, como deja que tu imaginación trabaje. También me gustan los libros ilustrados. Pero yo quería trabajar con Frank porque me entusiasmaron Sin City y 300, ambas basadas en historias gráficas suyas, y eso fue lo que me atrajo a este proyecto. Formar parte de la visión de Frank es una gran oportunidad, aunque no necesariamente quiere decir que me guste este comic.

-¿Y cómo se trabaja con Frank Miller?

-Genial. Es un tipo muy entusiasta, un niño en una tienda de golosinas. Su visión cobra vida en sus dibujos, en sus películas, es un hombre con un talento increíble, con una mente creativa fabulosa. Tiene tanta energía que para los actores la experiencia fue divertidísima. Hay muchos rodajes aburridos pero este no fue el caso.

-¿Se aburre usted fácilmente?

-Yo nunca me aburro, nunca. La vida es muy corta como para aburrirse, todo me interesa, la naturaleza humana, la interacción, la comunicación, la falta de comunicación. Como actriz, siento que somos observadores y esa situación me previene siempre de aburrirme, siempre estoy mirando, observando, copiando comportamientos humanos, jamás dejo de pensar.

-¿Le perturbó vestir el uniforme nazi?

-Ese disfraz es apropiado para la historia. Aquí tienes a una chica judía y a un hombre afroamericano vistiendo uniformes de las SS. Es absurdo pero es lo que exigen unos personajes que tienen su propia silla dental de tortura.

-¿Disfrutó siendo la villana del filme?

-Cuando el personaje del malo funciona, se queda en la memoria del público. Pasa en cualquier película. Si está realmente bien escrito dentro de la historia se convierte en el personaje favorito de la audiencia.

-¿Y cuáles son sus villanos favoritos en el cine?

-No sé. James Cagney es uno de mis favoritos, personifica el villano que el público quiere que triunfe aunque es horrible.

Marilyn

-No dejan de compararla con Marilyn Monroe. ¿Lo considera un cumplido?

-Yo adoro a Marilyn Monroe. Fue una actriz a quien no se la considera como debería; no sólo era increíblemente bella sino también una gran intérprete. No puede haber comparación. Como ella, yo tengo mis curvas, soy también rubia, pero hay acaba nuestra equiparación. Es difícil para mí tener perspectiva.

-¿Cómo se vive a caballo entre Nueva York y Los Ángeles?

-Soy neoyorkina y nunca termino de encontrarme a gusto en Los Ángeles. Hay mucha presión y todos los actores sabemos bien que el éxito es una casualidad, una posibilidad entre un millón, y hay mucha gente con mucho talento en esta ciudad que nunca tiene su oportunidad. Cuando la vanidad juega un papel principal en tu trabajo hay un nivel de error muy grande que puede alimentar la desesperación y no siempre tiene un buen final.

-Lleva usted una carrera meteórica siendo tan joven. ¿Quién la asesora?

-Como actriz tomo mis propias decisiones a la hora de elegir una película. Me gusta ver muchos guiones. Leo mucho, muchísimo.

Creo que el mundo se sorprendería si supiera el tiempo que perdemos los actores sin nada que hacer entre escena y escena mientras los directores iluminan el rodaje, tiempo que pasamos sentados en nuestro trailer sin nada que hacer. En esos momentos yo me dedico a leer. Cuando leo un guión pienso siempre, dependiendo si mi personaje es interesante, en el director, en los otros actores en ocasiones dices que sí simplemente porque quieres vivir la experiencia y no te importa ni el guión.

-¿Qué personajes le gustaría interpretar?

-Quiero hacer un western. Creo que todos los actores quieren hacer un gran western. Desgraciadamente el público no quiere ver ese tipo de películas, el bueno contra el malo, pero a mí me parecen grandes historias.

-¿Tiene pensado sacar otro disco o fue una experiencia única?

-Me encantaría hacer un nuevo álbum, pero no quiero volver a hacer un álbum de versiones. Quiero componer mis propias canciones, inspirarme. Por suerte no tengo ninguna prisa por hacerlo.

-¿Cómo es una Navidad perfecta para usted?

-Todo el mundo tiene que salir de compras, disfrutar la vida lo típico. Yo prefiero unas Navidades en familia, con quien pueda venir a casa. Quiero que todo el mundo se sienta bien, que esté feliz.